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martes, 18 de julio de 2017

LA CLAVE CONSISTE EN DELEITARSE


LA CLAVE CONSISTE EN DELEITARSE

©Giuseppe Isgró C.


Escudero, -dice Hidalgo, la clave consiste en deleitarse con lo que la Divinidad prefiere, según la ley cósmica.
A esto, Abulabás Ben Alarif de Almería, lo denominaba la paciencia en Dios, que es la de los perfectos, aunque siempre perfectibles ad infinitum.
Todo obedece a una causa y su inherente efecto, a una siembra y recogida, a una acción y reacción, al karma y al vipaka.
Implica percepción y comprensión de la realidad que se afronta, y de los principios cósmicos que rigen la vida. La posesión de la visión del qué, del cómo, del cuándo, del dónde, del quién, del cuándo, y del por qué. Igualmente, de los beneficios equivalentes que toda adversidad trae consigo y de la certeza de que, después de la tempestad, siempre vuelve a salir el arco iris.
La adversidad es como el riego del agua que aporta la tempestad, a la madre naturaleza, para vivificarla, constantemente, en un eterno ciclo que se repite ad infinitum, cada vez en un nivel acorde con las circunstancias del ambiente y lo precisado.
Se extrae, afrontando toda situación, de fuentes internas, el conocimiento necesario, por la intuición y la inspiración, por el estudio y la meditación, y el poder potencialmente infinito que se anida en cada ser, adquiriendo, en cada caso, la experiencia que precisa, y el desarrollo de la aptitud, o conciencia perceptiva, comprensiva y realizadora. También, el fortalecimiento de la actitud, en la prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza, la belleza y la paciencia, como derivativo de la sabiduría de los valores universales y de los atributos divinos. Esto permite resolver cualquier situación que se afronta, o alcanzar toda meta trazada, en tiempo oportuno, ad infinitum, por cuanto el camino de la vida, es infinito, sin límites, en el eterno presente. Cuánta paciencia se requiere, Escudero, para recorrerlo, y aún después, queda la eternidad por delante. Medita en ello, Escudero. Sólo así podrás centrar tu atención en cosas esenciales y perdurables.
La clave, Escudero, consiste en saber cuánto tiempo se requiere para realizar cada cosa y no en querer alcanzarla antes de tiempo, para mantener el ritmo esencial, y natural, con deleitación y ánimo contento, con serenidad e impasibilidad.
Mientras el vulgo se esfuerza por hacer más llevadera la adversidad, y los novatos en afrontarla, aligerando en algo las cargas, el sufí que alcanzó su condición de tal al aceptar los designios de la Divinidad y deleitarse en la “preferencia” de Dios, por la ley cósmica, se deleita con lo que acontece. Saca el beneficio equivalente y la lección inherente, en todo cuanto ocurre y afronta, serenamente, con calma imperturbable.
Tiene presente, y afirma: Lo que Allah quiera; nada se le asemeja, y sigue, con deleite su camino, ad infinitum.
La paciencia de los perfectos, Escudero, es como un termostato que mantiene la temperatura constante, en el medio ambiente. Perfecto, Escudero, únicamente es el Gran Arquitecto del Universo, por eso hay que seguir sus designios de perfección percibiendo su inspiración en la conciencia, por el lenguaje de los sentimientos de los valores universales, o atributos divinos. 
La paciencia, Escudero, es el termostato que mantiene la mente programada, con naturalidad, para observar, prestando atención a lo esencial, para comprender, discerniendo entre lo que debe hacerse y lo que debe ser evitado, haciendo lo pertinente, en cada caso, según los designios de Dios y de la ley cósmica: con ánimo contento y deleitación.
La clave, Escudero, consiste en deleitarse con lo que la Divinidad prefiere.
Gracias, Hidalgo, -dice Escudero, meditaré a fondo en lo que dices, ya que, me parece, que aquí residen muchas claves para rendir la existencia más útil y feliz.
Adelante Escudero.
Adelante, Hidalgo, para gloria del Eterno.


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