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miércoles, 27 de noviembre de 2019

EINSTEIN DIJO, ESCUDERO



EINSTEIN DIJO, ESCUDERO

©Giuseppe Isgró C.
25/11/2019



El aforismo de Einstein: -"Cada avance del conocimiento y la invención se lo debemos a la libertad individual, una libertad "por" la cual vale la pena vivir".

La libertad es un valor universal y un atributo divino, en cada ser en los cuatro reinos naturales. Esto es hoy en día más perceptible dados los avances de la física quántica, que le atribuye inteligencia a las infinitesimales partículas elementales. Estas se comportan de una u otra manera según sean observadas o no. Las plantas, que son capaces de reaccionar en forma afectiva o repulsiva, según se le haga un bien o se le ocasione un mal, o un daño; son capaces de reconocer cuando una persona dice, o no, la verdad. De acuerdo con los estudios del Dr. Cleve Baxter, y algunos parapsicólogos de diversas partes del mundo, los rusos entre otros, por los gráficos que reflejan sus aparatos en un sentido u otro, demuestran esa realidad.

Los animales, cuyas facultades extrasensoriales, demuestran según los 5.600 casos estudiados por Myers, Sidgwick y Podmore, y por otros investigadores de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas, (Society for Psychical Research) de Londres, a final del siglo XIX, como, por ejemplo, un gato, o un perro sea capaz de volver a casa recorriendo centenares de kilómetros, hasta encontrar a sus antiguos dueños de sus hogares. Esta facultad forma parte de una esencia que se expresa, o deja de hacerlo, según el grado de desarrollo del estado de conciencia de la libertad y de otros atributos divinos, o valores.

La libertad de pensamiento, de ideas, de hacer o de dejar de hacer, es un estado mental. Ese estado mental y de conciencia, se posee o no se posee. Si se posee, nadie le podrá privar, ni siquiera regímenes cuya característica fundamental sea, precisamente, inhibir no solamente la libertad de expresión en cualesquiera formas, sino toda expresión de progreso, como ha ocurrido en la edad media, durante mil años, aproximadamente, y comienza a recrudecer desde finales del siglo XX, a nivel mundial.

Empero, el conocimiento asimilado por la experiencia, y enriquecido por el estudio amplio de todas las corrientes de pensamiento, o disciplinas científicas, filosóficas, y/o axiológica, o de cualquier otra índole, por la lectura de los clásicos, de la historia, de los ensayos de todos los países y autores lúcidos, permiten ampliar la visión del propio potencial ilimitado que se anida en el interior de cada ser. Allí reside un conocimiento potencialmente infinito e igualmente, un poder creador potencialmente infinito. Pero, se ignora.

En la medida que cada persona afronte situaciones de cambio, van aflorando en la conciencia ideas intuitivas, o inspirativas, que le aportan ideas de cómo resolver situaciones o realizar propósitos claramente definidos y enunciados, generalmente por escrito, para darle carácter de permanencia. Si esas ideas encuentran un terreno abonado y una mente preparada, por el conocimiento, la experiencia, la aptitud –capacidad de percibir, comprender y realizar- esas ideas se transforman en una invención novedosa, antes inexistente, o en una innovación que aporta una transformación sobre algo que ya existía.

Eso ocurrió cuando Alexander Fleming descubrió la penicilina, a partir de una simple observación en un cultivo, en su laboratorio, en el cual se habían formado unos hongos. Al observarlos, detectó que no había en el lugar de los hongos, microorganismos capaces de generar infecciones. A una mente impreparada, esa observación le habría resultado indiferente, o le habría pasado desapercibida, no dándole importancia; pero, en Fleming fue capaz de inducirle a producir la penicilina.

Edison, por ejemplo, buscando el filamento idóneo para la bombilla eléctrica, había probado ya más de 10.000 filamentos de substancias diferentes, sin éxito alguno. Su tenacidad a prueba de todo, y la convicción de que lograría encontrarlo, porque ya lo había visto en su imaginación, le hizo persistir, tenazmente, hasta que un día, por la imaginación sintética, mediante la cual se aplica algo conocido a otras áreas de experimentación, le llevó a aplicar una técnica que suelen ejecutar los fabricantes de carbón. Estos, al talar los bosques y prenderle fuego a la leña, cubren la leña encendida con tierra para evitar que el oxígeno le consume muy rápidamente y se convierta en un fuego devorador. De esta manera, la combustión se efectúa lentamente, dejando intacto el carbón como producto final. Esa aplicación del conocimiento de un área aplicado en otra, percibido por la imaginación sintética, en la definición de Napoleón Hill, resolvió el problema de Edison, quien, al encender la bombilla se consumía rápidamente el filamento. Esa comparación efectuada por medio de la imaginación sintética, le hizo concebir a Edison que si encerraba el filamento en una esfera hermética de vidrio, la combustión no consumiría la materia del mismo. Efectivamente, al encerrar el filamento en una esfera de vidrio sellada herméticamente, al no haber oxígeno en su interior, no se quemaba el filamento, y alcanzaba a durar muchas horas, tal como lo hace hoy en día cualquier bombilla eléctrica.

De esta manera, el conocimiento de lo que ocurría en un área diferente, permitía resolver, creativamente, un problema de invención. Es fruto del conocimiento amalgamado con la imaginación sintética. El 11 de octubre de 1879 Thomas Alva Edison, consolidó, definitivamente, su invento de la bombilla eléctrica.

También existe la imaginación creadora, que permite crear cosas antes inexistentes, como fruto de una inspiración, o una intuición perceptiva, comprensiva y realizadora. Es decir, trascendiendo los límites de la percepción objetiva, la mente creadora percibe algo que antes no existía, creando un nuevo invento. El mismo Edison patentó más de mil inventos, algunos de ellos frutos de la imaginación creadora, y otros, por la imaginación sintética.

Pero, Edison tenía más de 60.000 mil libros en su biblioteca, es decir, era poseedor de un profundo y variado conocimiento en todas las áreas de su interés, que le permitía interrelacionar temas diferentes en una aplicación con visión integral, observando los diferentes ángulos de una cosa, o realidad. Cada área de conocimiento es una ventana abierta al mundo; mientras mayor número de ventanas se abran por el conocimiento, más amplia es la visión de la realidad que circunda al pensador, formándose una idea amplia y completa de las cosas y de la realidad contemplada, descifrando cosas que de otra manera les pasarían desapercibidas.

Además, Edison aplicaba técnicas efectivas de ensoñación que expandían su conciencia perceptiva, comprensiva y realizadora. Dominaba a la perfección el arte de la meditación y la relajación creativa, que le permitían acceder a un poder creador interno capaz de hacerle encontrar la solución a cualquier problema que se hubiera planteado en su mente, o que afrontara.
Es cierto lo que decía Einstein: -“una libertad sin la cual no vale la pena vivir”. Empero, esa libertad no puede ser privada por ningún tiranuelo de turno, de ninguna clase, ni por ningún otro factor externo, excepto por la propia ignorancia, que es el mayor tirano. El drama humano es que mientras más ignorante sea una persona, se cree más sabia. Por otra parte, como en el caso de Sócrates, mientras más sabia sea una persona, se cree más ignorante; empero, consciente de cierto grado de ignorancia, no de toda, la va llenando con el conocimiento inherente, el cual es transforma por la experiencia, en sabiduría.

Se puede observar algo, y no comprenderlo; si no se comprende, por falta de conocimiento, o por una mente poco entrenada para ver y comprender por la meditación, el estudio y la práctica, esa idea podría pasar desapercibida.

Luego, el otro aspecto a dominar es la falta de confianza en las propias ideas, propósitos y medios, ya que lo que se percibe mediante alguna idea creativa, precisa una férrea voluntad que mueva a emprender el proyecto concebido, con la acción respectiva hasta alcanzar lo imposible, como decía Napoleón Bonaparte, haciéndolo posible. Es la actitud decidida que, cuando las cosas se ponen duras, o menos fáciles, la persistencia sin abandonar a mitad de camino permite hacer posible lo que poco antes parecía irrealizable. En ese momento en que la voluntad determinada a triunfar se niega en abandonar, se activan los poderes creadores de la mente y comienzan a surgir las coincidencias que aportan los resultados anhelados.