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jueves, 19 de marzo de 2020

Conductores de hombres y la reconciliación con su conciencia y destino divino.





Conductores de hombres
y la reconciliación con su conciencia
y destino divino.

©Giuseppe Isgró C.


Escudero, -dice Hidalgo-:
Los conductores de hombres deberían ser más cuidadosos con el ejemplo que dan, sin que esto signifique juzgarlos, ya que esa es una tarea de la propia conciencia de cada quien y de la Divinidad.
Muchos se olvidan que están siendo observados, y si supieran la indignación que causan muchas de las palabras y acciones que ejecutan, la vergüenza que experimentarían le harían esconderse en lo más profundo de la tierra y no salir de ella jamás, hasta depurarse, una vez que vuelvan a recuperar la dignidad humana, y la divina, también.
La cuestión es que, muchos sí de dan cuenta de su indignidad y de la que provocan en sus semejantes, pero, de momento le produce gracia, hasta que la Divinidad tome lugar en su conciencia, que la tomará, y cuando esto ocurra, ya no tendrán paz, hasta que se depuren, en el tiempo perfecto de Dios, que nadie escapa a su acción pedagógica, y tarde o temprano, deberán enderezar los entuertos que causan. A qué sirve, entonces, tanto alboroto, si al final no le va a servir de nada, y los platos rotos, tendrán que pagarlos. O, acaso, muchos de ellos creen que saldrán limpios de polvo y paja de esto?
Yo no lo creo, Escudero. El escarmiento que le espera a los conductores de hombres que equivocan el camino, es que a su vez pasarán a las manos de un capataz, cual aquel Manuelote, en el Hato La Calzada, que forjó al Catire Páez como el hombre más digno de Venezuela, el que lo dio todo para hacer grande a Venezuela.
La diferencia, es que Páez siempre fue un hombre digno, y se encontró con Manuelote a la medida. Pero, el Hato de la Divinidad, hay Manuelotes para todos los descarriados, en el decir de Maimonides, que escribió la Guía de los descarriados para reencontrarse con la Divinidad.
Eso es lo que cada conductor de hombre debe hacer, en el planeta tierra, donde se observan tantos descarriados en funciones de mando, conectarse con la Divinidad, y con su conciencia, para que sus pensamientos, sentimientos, palabras y actos, sean virtuosos, como los que pregonaba, Escudero, Don Quijote de la Mancha, y su escudero, Sancho Panza. 
Yo se, Escudero, que tú eres un hombre que sabe recapacitar y reconciliarte con tu destino divino.


sábado, 7 de marzo de 2020

ABSTRACCIONES




ABSTRACCIONES

©Giuseppe Isgró C.


Escudero, -dijo Hidalgo:

¿Es preciso adoptar el conocimiento como patria?

¿Qué tipo de conocimiento, si sus vertientes y variantes, lugares de origen y puntos de desarrollo son infinitos?

En ese caso la Patria no puede ser un solo país, ni un mundo entero, ni un sistema ni una galaxia, sino todos los mundos existentes y por existir. La Patria no puede ser sino el Universo entero, y sin embargo ni siquiera el Universo que ahora existe, sino el que existirá en el eterno presente, que, en cada ciclo, no deja de ser un Universo distinto, y diferente, según los estados de conciencia predominantes, en un momento dado, y en todos los momentos, ad infinitum.

Entonces, ¿qué es la Patria? -preguntó Escudero-.

Luego Escudero sigue reflexionando en voz alta: Si en la historia de cualquier país, según los tiempos y los líderes de turno, cada uno tiene su propio ideal de lo que es patria, según el fin que persigue. Empero, cualquier ideal que se exprese, individualmente, o colectivamente, en un momento dado, no es el ideal. Sino un incipiente anhelo del ideal, en un instante de la eternidad, que no deja de ser la eternidad. De un extremo a otro, en la escala de valores, cada quien traza su plan. Empero, aun sin saberlo, cada quien obedece a un propósito cósmico que es el que le da sentido a la vida, aun creyendo que se vive sin sentido. La Patria es también, y forma parte integral, de esos incontables mundos que ahora se están formando, según la astronomía, y aquellos que se formarán en la eternidad venidera, y aquellas humanidades que realizarán su ideal en cada uno de ellos, en las incontables galaxias que se irán formando en la expansión constante del Universo, regido todo por un diseño inteligente.

Quizá, Escudero, esa inteligencia infinita, potencialmente infinita, atemporal, sin espacio, ni tiempo, sin límites, constante, presente, activo y pasivo a la vez, sea la Patria.

Inteligencia, conciencia, carácter y aptitud, cada uno de esos términos expresan la inherente experiencia conquistada como suma existencial, en un momento dado. Reflejan capacidad perceptiva, comprensiva y realizadora, en determinado grado, pese a su estado de potencialidad infinita, en conocimiento y poder creador.


El conocimiento más la experiencia de los valores universales, se transmuta en sabiduría. Habría que agregar, también, la actitud positiva.

Siendo la sabiduría de los valores universales el estado de conciencia por el que se va pasando, en un grado de potencialidad expresado, o estación, cada una de las infinitas estaciones de turno, donde cada quien se encuentra, en un momento dado, es su Patria temporal, empero, no es la Patria ideal, aún. Media una eternidad entre ambos extremos.

¿Se unirán, alguna vez dichos extremos, Escudero?

Si así ocurriese, ¿tendría sentido la vida?

¿Se alcanzará, alguna vez, la meta total?

Hidalgo, -pregunta Escudero-: -¿Podría el apego a lo inmediato, limitarme para acceder a estados de cosas que, de momento, casi nadie piensa en ellas?


No es fácil, Escudero, pero es nuestra misión lograrlo. Por eso la Edad de oro con que se sueña, en cada tiempo, aún se encuentra muy lejos de alcanzar. Los más optimistas utopistas la ubican en torno al año 30.000 de nuestra era. Sin embargo, en tan poco tiempo, ¿será eso posible?

Empero, Hidalgo, esto de acuerdo contigo: el conocimiento debe ser nuestra patria común, en cada estación de turno común, en las infinitas esferas mentales del universo.