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lunes, 3 de julio de 2017

RECORDANDO A JOSÉ BALA


RECORDANDO A JOSÉ BALA

©Giuseppe Isgró C.


Escudero, -dice Hidalgo:

Conocí a José Bala, en 1965; para mi siempre representó el mejor modelo de lo que es un perfecto comerciante. Co-propietario de una gran agencia automotriz, siempre estaba sonriente, amable, afable. Era correcto en todos sus negocios y gozaba de una reputación intachable. Con el tiempo, se dedicó a la construcción, y llegó a ser un constructor muy relevante, en todos los sentidos. Yo era muy joven cuando le conocí; me lo presentó Filippo Conti; ambos fueron grandes amigos míos. A pesar de mi juventud, y del salto generacional, siempre me distinguieron con su amistad, ambos. Donde quiera que encontraba al Sr. Bala, se detenía a saludarme, afablemente, con una gran sonrisa.
Hoy, Escudero, quiero comunicarte algunas lecciones de vida que aprendí del Sr. Bala. Con el tiempo, él llegó a convertirse, también, en un cliente mio y yo en su asesor, en determinadas actividades. Pero, el maestro seguía siendo él, y yo el aprendiz ávido de conocimientos.
Cierto día que me visitó en mi Oficina, cosa que solía hacer cuando venía a nuestra ciudad, ya que él, en ese entonces, vivía en otra región, nos entretuvimos durante un poco más de una hora conversando de diferentes temas, además del que le había llevado a visitarme.
Ese día, me dijo:
-Hidalgo, lo más importante en la vida es la humildad. Hay que ir por la vida bajito, muy bajito. Acompañó lo que dijo con una demostración, con un ademán con su mano derecha, trasladándola a ras del escritorio.
Luego, hablando de inversiones inmobiliarias, en las cuales él era un gran experto, me dijo:
Hay que ver hacia donde se expande la ciudad, e invertir en esa zona; a la vuelta de unos pocos años, esas propiedades acrecientan su valor, y se constituye en fuente sólida de riqueza. Eso, me dijo, puedes hacerlo tú, Hidalgo, que eres joven. En mi caso, -dijo- tengo que invertir mirando al corto plazo, máximo a seis meses, ya que la perspectiva es muy diferente entre un joven de treinta años y otro de sesenta. Luego, agregó: -Yo tengo que invertir en el lugar de la ciudad donde existe la mayor re-valorización económica inmediata.
Luego, añadió: Antes de invertir, es preciso formularse algunas preguntas: Por ejemplo: -Si adquiero hoy esta propiedad, y mañana mismo quisiera venderla, cuanto me darían por ella? Si la respuesta satisface, entonces, se puede realizar la inversión.
Concluyó, diciendo:
Hidalgo, -las mejores inversiones son las de bienes raíces, denominados bienes de refugio.
Escudero, pese a la posición privilegiada del Sr. Bala, que había llegado a ser un hombre de negocios muy exitoso, siempre conservó un trato muy amable con todos, con simplicidad. Irradiaba simpatía, sinceridad, afabilidad.
En la inmensa sabiduría de vida que había adquirido, percibió, precisamente, que lo más grande, en la vida, es la HUMILDAD.
Me confesó, Escudero, que todos los días practicaba una sesión de relajación y meditación, aplicando una técnica efectiva de auto-interiorización que había aprendido en un curso que había dictado el Profesor Ram, que por esa época de los años setenta había impartido varias veces en nuestra ciudad, y que, casualmente, yo había realizado con el Sr. Bala.
Una sesión diaria de relajación tiene múltiples efectos, Escudero, entre ellos: vivir una vida plena, y alcanzar la unificación de la conciencia, que facilita la intuición y la inspiración.
Gracias, Hidalgo, -dice Escudero-, por relatarme tan valiosas experiencias y por hablarme del Sr. Bala, cuya vida espera, aún, a su Plutarco, u Homero, para escribirla.


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