RECORDANDO A JOSÉ BALA
©Giuseppe Isgró C.
Escudero, -dice Hidalgo:
Conocí a José Bala, en 1965; para mi siempre
representó el mejor modelo de lo que es un perfecto comerciante. Co-propietario
de una gran agencia automotriz, siempre estaba sonriente, amable, afable. Era
correcto en todos sus negocios y gozaba de una reputación intachable. Con el
tiempo, se dedicó a la construcción, y llegó a ser un constructor muy
relevante, en todos los sentidos. Yo era muy joven cuando le conocí; me lo
presentó Filippo Conti; ambos fueron grandes amigos míos. A pesar de mi
juventud, y del salto generacional, siempre me distinguieron con su amistad,
ambos. Donde quiera que encontraba al Sr. Bala, se detenía a saludarme,
afablemente, con una gran sonrisa.
Hoy, Escudero, quiero comunicarte algunas
lecciones de vida que aprendí del Sr. Bala. Con el tiempo, él llegó a
convertirse, también, en un cliente mio y yo en su asesor, en determinadas
actividades. Pero, el maestro seguía siendo él, y yo el aprendiz ávido de
conocimientos.
Cierto día que me visitó en mi Oficina, cosa
que solía hacer cuando venía a nuestra ciudad, ya que él, en ese entonces,
vivía en otra región, nos entretuvimos durante un poco más de una hora
conversando de diferentes temas, además del que le había llevado a visitarme.
Ese día, me dijo:
-Hidalgo, lo más importante en la vida es la
humildad. Hay que ir por la vida bajito, muy bajito. Acompañó lo que dijo con
una demostración, con un ademán con su mano derecha, trasladándola a ras del
escritorio.
Luego, hablando de inversiones inmobiliarias,
en las cuales él era un gran experto, me dijo:
Hay que ver hacia donde se expande la ciudad,
e invertir en esa zona; a la vuelta de unos pocos años, esas propiedades
acrecientan su valor, y se constituye en fuente sólida de riqueza. Eso, me
dijo, puedes hacerlo tú, Hidalgo, que eres joven. En mi caso, -dijo- tengo que
invertir mirando al corto plazo, máximo a seis meses, ya que la perspectiva es
muy diferente entre un joven de treinta años y otro de sesenta. Luego, agregó:
-Yo tengo que invertir en el lugar de la ciudad donde existe la mayor
re-valorización económica inmediata.
Luego, añadió: Antes de invertir, es preciso
formularse algunas preguntas: Por ejemplo: -Si adquiero hoy esta propiedad, y
mañana mismo quisiera venderla, cuanto me darían por ella? Si la respuesta
satisface, entonces, se puede realizar la inversión.
Concluyó, diciendo:
Hidalgo, -las mejores inversiones son las de
bienes raíces, denominados bienes de refugio.
Escudero, pese a la posición privilegiada del
Sr. Bala, que había llegado a ser un hombre de negocios muy exitoso, siempre
conservó un trato muy amable con todos, con simplicidad. Irradiaba simpatía,
sinceridad, afabilidad.
En la inmensa sabiduría de vida que había
adquirido, percibió, precisamente, que lo más grande, en la vida, es la
HUMILDAD.
Me confesó, Escudero, que todos los días
practicaba una sesión de relajación y meditación, aplicando una técnica
efectiva de auto-interiorización que había aprendido en un curso que había
dictado el Profesor Ram, que por esa época de los años setenta había impartido
varias veces en nuestra ciudad, y que, casualmente, yo había realizado con el
Sr. Bala.
Una sesión diaria de relajación tiene
múltiples efectos, Escudero, entre ellos: vivir una vida plena, y alcanzar la
unificación de la conciencia, que facilita la intuición y la inspiración.
Gracias, Hidalgo, -dice Escudero-, por
relatarme tan valiosas experiencias y por hablarme del Sr. Bala, cuya vida
espera, aún, a su Plutarco, u Homero, para escribirla.
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