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miércoles, 8 de mayo de 2019

Concentrar la atención en la Divinidad.

Concentrar la atención en la Divinidad.

©Giuseppe Isgró C.


Escudero, -dijo Hidalgo:
Concentra la atención en Dios, el Ser Universal!
La comunicación interior -conexión divina- con Dios, abre los canales mediante los cuales se canaliza la sabiduría, el poder creador-realizador, la armonía, la justicia y el amor de Dios, entre tantas otras cosas.
Es preciso guardar silencio, en lo interno; en lo externo; y escuchar la Divina vibración, y como un diapasón, vibrar al unísono con ella, para elevarse hacia las esferas mentales que trasciendan los niveles que se desean transmutar, centrando la atención en lo que se anhela, y no en lo que se desea evitar.
Donde centras la atención se expande la conciencia perceptiva, comprensiva y realizadora, en una eterna polarización, ad infinitum.
Centrar la atención en la Divinidad y en los atributos divinos: el amor, la justicia, la prudencia, el respeto, la fortaleza, la paciencia, el valor de ser justo y perfecto, aunque siempre perfectible, usando el modelo de los atributos divinos, o valores universales como guía de vida en la práctica de todas las virtudes. La templanza, o moderación, y aún la férrea austeridad, si fuese preciso, para mantener el equilibrio y el autodominio. La belleza, que con virtud se transforma en sublime, aunque se exprese en humilde apariencia.

Es preciso, Escudero, saber ver la presencia de la Divinidad en toda expresión de vida, -y en todas las situaciones- para percatarse que no existe superioridad alguna, ni inferioridad, ni por el color, ni por la posición aparentemente privilegiada, algunas veces, adversas, otras, ni por el lugar, ni por otra cosa alguna, ya que todo cambia. Hoy eres blanco, mañana negro, en otra vida. Lo que tú, ahora, aborreces en otros, discriminando, lo atraes, inconscientemente, a tu propia realidad. De alguna manera, la vida te hace aprender lo que precisas, y generalmente, de la misma forma en que tú agobias a otros seres, -humanos, animales, vegetales o minerales- dándote a beber la misma sopa de tu propio chocolate.
Por eso, Escudero, decía Lie Zi, por boca de Yang Zhu, en el Libro de la perfecta vacuidad: -“Si de nosotros sale el bien, sus frutos vuelven a nosotros. Así deben ser nuestros sentimientos: partir de estas consideraciones y adaptarse al mundo exterior. Por eso el sabio presta gran atención a lo que de él sale”.
Dios es bueno, sabio, poderoso, entre otras cosas, para el bien y la justicia, para la creación, aún en la aparente destrucción o cambio, ya que nada se estanca, en la vida, y en el universo. Aún los inmensos mundos habitados del universo, un día serán una luz a la distancia de año luz; empero, con mucha antelación, se están creando aquellos planetas que un día serán las moradas de turno para las humanidades en grado de ocupar sus salones de clase, ya que cada quien se encuentra en el orden justo y perfecto que le corresponde, en un momento dado, y en constante ubicación y reubicación. El agua que se estanca se vuelve inservible y la vida aborrece la inactividad. Todo es trabajo incesante, aún en la aparente inactividad. Todo es creación constante. El modelo a utilizar el el divino, existente en la mente de la Divinidad. Como la mente de la Divinidad es la misma mente existente en toda expresión de Vida, es preciso compenetrarse de los pensamientos, sentimientos, voluntad y anhelos del Ser Universal expresados en la propia conciencia, -réplica exacta de la de cada ser, por ser la misma y única conciencia-, cuyo impulso creador constante genera que cada ser, en los cuatro reinos naturales, se convierta en un instrumento de la voluntad divina.
Escudero: La clave consiste en centrar la atención en la Divinidad y sus atributos divinos, o valores universales: los valores son la base de todo. Hay que descentrar la atención en los antivalores. En lo que centra tu atención se expande tu propia abundancia. Céntrala en el bien, en el amor y en la justicia, con desapego de todo y de todos, excepto de la Divinidad, el amor y la justicia. Ah, Escudero: y si algún apego anhelas tener, que sea de la Dignidad, con sentido pleno de la justicia. Algo, como dice una de mis nietas, Escudero: bien facilito!!!
Don Quijote, sigue siendo un modelo a emular, por sus elevadas virtudes “quijotescas”, o cervantinas. Pero, en general, todas las obras de Miguel de Cervantes y Saavedra, están imbuidas de elevados valores sobre los cuales es factible, y un deber-derecho, sustentar la felicidad humana, conscientemente.

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