El poder de Don Quijote
©Giuseppe Isgró C.
Su
visión y su serenidad:
Su visión de la Divinidad como
fuente universal, y la del ser humano que, en esencia, es bueno.
Esta visión le conduce a
emprender su misión de enseñar al ser humano su percepción de la Divinidad,
proyectando su experiencia que si en Ella se confía, se recibirá la inspiración
de la sabiduría universal, y el flujo de energía creadora, tal como ocurrió con
él. Luego, su propósito esencial es el de educar al ser humano con los valores
universales, expresión tangible de los atributos divinos, y soporte de los
principios que rigen la ley cósmica.
Don Quijote se proponía
arreglar el mundo, educando, primeramente, al ser humano, con los valores
esenciales, valores plasmados, por Cervantes, en su magna obras, El Quijote, en
las Novelas Ejemplares y en toda su producción literaria, alcanzando, en su
última, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, además del mensaje a que nos
tiene acostumbrado, a plasmar una prosa divina, con un estilo sublime,
comparable, y no menor que el del aeda inspirado, -divinamente- Homero.
Es tal el entusiasmo que
aquilata el carácter de Don Quijote, que contagia a su escudero, Sancho Panza,
héroe de igual calibre que el del Caballero del contentamiento divino, que,
cuando el Hidalgo vuelve de la trascendencia divina a la humana, Sancho,
imbuido del fervor divino, se rehúsa volver a la vida normal, y anhela
permanecer en la trascendencia del ser, en conexión divina, desapegándose del
ego, que es una de las claves cervantina.
Lo que hacen inmortal, y para
todos los tiempos, precisamente, la obra cervantina, son los valores
universales con que está plasmada, y la trascendencia de lo humano en lo
divino. Señala el camino, al igual que lo hicieran los grandes Profetas y
mensajeros divinos de la humanidad.
Cada nueva generación va
descubriendo elementos nuevos y más profundos, perdurables y eternos al igual
que los valores universales, que son el tema de estudio perenne de los seres,
en los cuatro reinos naturales, percibiendo, gradualmente, la infinita
sabiduría del reino indiferenciado de la Divinidad.
La serenidad, es el reflejo de
la prudencia, del sentido de justicia, del de la fortaleza y templanza, del de
la belleza y de la confianza en la Divinidad, guía certera de cada ser, en los
cuatro reinos naturales. Es la serenidad del hombre justo y siempre
perfectible, que además, busca la constante perfección y purificación, o
depuración, de su ser.
Adelante.
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