COMENTARIOS EXEGÉTICOS DE ALGUNOS AFORISMOS DE SOLÓN, EL ATENIENSE.
©Giuseppe Isgró C.
-Escudero, -dice Hidalgo- estos son algunos aforismos que se
conservan de Solón, por obra, en su mayoría, de Diógenes Laercio.
-Hidalgo, -responde Escudero- me gustaría que los comentaras, ya
que por su profundidad es posible extraerle su quintaesencia, que podría resultar de gran utilidad, tanto para nosotros, como para quienes esto vieren, y leyeren.
Escucha con atención:
I.
-“Las palabras son
imágenes de las obras”:
Para que las palabras tengan credibilidad, deben
corresponderse con las obras realizadas, con las que se tenga en proyecto llevar
a cabo, y con las que, efectivamente, en el tiempo pre-establecido, se hagan,
dando cumplimiento al compromiso adquirido, bien sea verbalmente, o mediante
contratos. La reputación que la persona tenga de la seriedad de los tratos que
realiza y de la culminación exitosa de los mismos, tal como se proyectó,
consolida la reputación del líder que hace de la confiabilidad de su palabra
una cuestión de honor. Adquirido el compromiso se debe cumplir tal como se
adquirieron al costo que sea, o renegociar de mutuo consentimiento, asumiendo
la responsabilidad inherente, para liberarse. Aquí reside el poder de la
credibilidad del líder: en la credibilidad de su palabra
II.
–“Ten por más fiel la
probidad que el juramento”:
La probidad
es una demostración de la honradez de cualquier persona que honra los
sentimientos de lealtad por la gran confianza que se le depositó al delegarle
determinadas funciones de poder. Se demuestra, también, en la fidelidad de las
relaciones afectivas, o de amistad o en las interrelaciones profesionales
éticas. El juramento, hoy en día, no tiene la relevancia de épocas pasadas; son
los actos lo que dan fe del valor de una persona. Hay una regla de oro de
estricto cumplimiento: Si se tiene duda de la persona con la cual se va a
realizar un trato, vaya a cumplirlo, hay que abstenerse. Siempre se perciben
señales inequívocas que así lo indican. Es preciso leer en la conciencia de la
persona; allí se puede detectar si es una persona de valores sólidos o de
dudosa naturaleza. Hasta en una negociación de un toma y dame, las personas
mañosas, constituyen un riesgo que es preferible evitar. La experiencia indica,
salvo raras excepciones, que si una persona falla una vez, se debe abstener de
realizar nuevos tratos con ella. Otra regla dorada: Si alguien se equivocó
negociando con la persona inadecuada, debería aceptar esto como un aprendizaje,
ya que esta experiencia le prepara para evitar casos análogos o de mayor
envergadura, en el futuro. Se desaconseja involucrarse en acciones legales en
contra de gente poco convenientes, ya que donde no hay no se puede sacar.
Algunas veces dar a pérdida el resultado de una negociación que jamás debió
haberse realizado, podría significar el no incurrir dos veces en el mismo
error, es decir, poner dinero bueno, y tiempo, en un negocio que ya demostró
ser poco favorable. Libérese y dispondrá de tiempo y paz mental para ocuparse
de actividades que aporten óptimos beneficios para las partes involucradas.
Esto vale en los negocios y en las relaciones humanas de toda índole.
III.
–“Piensa en acciones
ilustres”:
Primeramente, las acciones relevantes se forjan mediante
pensamientos creativos, con visión clara de la realidad, viendo más allá de las
apariencias. Ello permite expresar las palabras correctas y las acciones justas
y perfectas, sujetas a rectos propósitos existenciales, a corto, mediano y
largo plazo, en todas las vertientes y variantes. Es preciso encontrarle un
sentido a la vida, útil y gratificante, que aporte un sentimiento de
autorrealización. Caso contrario, a qué afanarse, si al final de la jornada no
se logró el objetivo previamente establecido, como plan, ante de reencarnar en
el presente ciclo. Hay que inspirarse en el ejemplo de los hombres y mujeres
ilustres que han dedicado lo mejor de su esfuerzo a la realización de grandes
ideales en beneficio de la humanidad, con lo que han cumplido su deber y
cosechado gloria inmortal. Los pensamientos son las semillas que desembocan en
las grandes obras, de análoga magnitud a lo pensado. Los sentimientos dinamizan
lo pensado con la percepción de lo justo y perfecto, de la belleza, del amor,
de la fortaleza, de la templanza, del equilibrio, de lo perdurable y de lo útil
para todas las partes involucradas. Concebidas las ideas en relación a la obra
que se desea ejecutar, son semillas que al germinar, cuidando la planta con el
trabajo asiduo, el riego y la dedicación y amor suficientes, generan los frutos
apetecidos de acuerdo a la propia dignidad personal, que no se conforma con
meno que con la obra perfecta, aunque siempre perfectible. Hay que relacionarse
con las obras de los grandes genios para vibrar al unísono con ellos:
Contemplar obras de arte de los grandes artistas, escuchar música de genios
como Beethoven, Mozart, Chopin, y tantos otros; leer a los maestros de la
literatura universal y ensayistas de todos los países y épocas, las biografías
de personajes ilustres; visitar lugares hermosos y rodearse de ambientes
agradables. En todo es preciso buscar la excelencia, sosegadamente.
IV.
–“Sólo los bienes que
otorgan los Dioses son permanentes; los obtenidos por la injusticia y la
violencia, no hacen otra cosa que alimentar la Até, cuya presencia no se hace
esperar”:
Los bienes que otorga la
Divinidad, Escudero, son aquellos que se corresponden con la estricta justicia,
con el merecimiento que determina el fiel de la balanza, y que la ley de
compensación retribuye, infaliblemente. Es una siembra y recogida, de acuerdo a
las semillas utilizadas. Si los frutos no son los apetecidos, es que se
utilizaron las inadecuadas. Es preciso rectificar. Nada se obtiene sin el
esfuerzo adecuado, aplicado al objetivo preestablecido, ya que, si no tienes un
propósito, qué resultados se plasmarán en la realidad? Ningunos, o por lo
menos, nada que sea lo deseado, ya que la nada no produce nada. Hay que
precisar lo que se anhela y enunciarlo en calidad de objetivos, describiendo
los resultados a corto, mediano y largo plazo. Luego, hay que ponerse en
movimiento, ejecutando las acciones pertinentes para manifestar el logro. Todo
se logra si no se abandona a mitad de camino, ni se pasa de una cosa a otra,
antes de haberla concluido exitosamente. Todo empieza a nivel de los
pensamientos y de los sentimientos. Los primeros, como semillas; los segundos,
como potencia creadora. La Até, Escudero, es lo que no puede evitar el
pensamiento y el esfuerzo humano. En la mitología existía la Diosa Até que se
ocupaba de las acciones irreflexivas y sus
consecuencias.
V.
–“No te metas a juez
que te harás enemigo de la persona que juzgas”:
Los jueces naturales, son la Divinidad y la conciencia. A ti
no te corresponde juzgar a nadie; antes, lo que despierta tu intento de juzgar,
observa si no has incurrido, tú mismo, en dichas acciones merecedoras de
juicios. Si así fuera, júzgate a ti mismo y enmienda todo lo que requiera la
acción correctiva, para restablecer el equilibrio, la armonía y el orden. Tu
conciencia te indicará, por la acción coactiva de la misma, la enmienda que
debes realizar en tus pensamientos, sentimientos, palabras ya actos. El
silencio, muchas veces, es el mejor y el más severo juez, ya que sin hablar se
recrimina y se obliga a la enmienda, si tal cosa cabe.
VI.
–“Aléjate de aquellos
placeres que terminan en tristeza”:
Los placeres que conllevan el trasnocho, a la
larga pasan factura, desgastando el cuerpo, y el Espíritu, innecesariamente. El
consumo de bebidas alcohólicas, que desgastan la energía vital; cigarrillos,
hábito que demuestra hasta donde puede llegar la estupidez humana, al
introducir sustancias nocivas en el propio organismo. Placeres de cualquier
tipo que superan los límites de lo permitido, de la decencia y del respeto
ajeno, que deshumanizan al ser humano. Aquí es donde se demuestra la
importancia de la fortaleza en la templanza, para moderarse en todo, manteniendo
el perfecto equilibrio, la belleza en la conducta, la virtud en las acciones, y
en las palabras. También hay que preferir la utilidad del alimento a los
placeres de la gula, ya que somos los que comemos y la salud es el tesoro más
preciado, junto con la virtud. Es preciso mantener el justo equilibrio entre el
trabajo, el estudio, el descanso y la recreación. Preferir los placeres del
Espíritu, la lectura de un buen libro, escuchar una buena música, degustar una
excelente comida en compañía de la familia o de amigos, disfrutar del cultivo
de un buen hobby, y cualquier cosa que proporcione un placer equilibrado, que
eleve al Espíritu, sea cual fuere lo que lo proporcione, sin exceder los
límites de la vergüenza y el decoro, evitando los placeres prohibidos que
desembocan en pasiones, la indecencia y el exceso. Todo se puede, y debe,
disfrutar dentro de los justos parámetros de la templanza, conservando el
autodominio y el señorío de sí mismo. Los sanos placeres de la vida aportan
alegría, reconfortan el ánimo, elevan la auto-estima y la dignidad personal, y
se granjean el respeto ajeno por mantenerse en el cultivo de una vida virtuosa.
Es parte de una vida saludable, a nivel del cuerpo, del alma y del Espíritu.
Los sentimientos son elevados, los pensamientos creativos, las palabras
armoniosas y las acciones ejemplares, los pensamientos creativos, las palabras
armoniosas y las acciones ejemplares.
VII.
–“Guarda en tu conducta la
bondad bella de ver, que es mucho más segura que los juramentos”.
Es lo que se denomina el cultivo de una vida virtuosa que se
refleja por sí misma, sin necesidad de justificar nada de lo que se hace, por
cuanto la virtud es por sí sola explícita y, a la vez, un excelente maestro. Se
enseña por el ejemplo. La belleza es la justicia estética que se aplica,
también, a las costumbres, a los pensamientos, a los sentimientos, a las
palabras y a las acciones. El bien rige cada uno de los pensamientos y
sentimientos, y por ende, todo lo que se haga se enmarca dentro de lo justo y
perfecto. El auto-respeto es la guía para reflejar la belleza en la propia
conducta, ya que, al respetarse a sí mismo, cada quien, respeta, al mismo
tiempo, a cada ser en los cuatro reinos naturales. Todas sus acciones aportan
beneficios equilibrados para las partes involucradas. Se cosecha lo mismo que
se siembra; re recibe de análoga manera de lo que se da. La cortesía, el
respeto, la consideración, el aprecio, la amistad, son valores que engalanan
los propios modales con la dignidad de los valores elevados del Espíritu. Hay
que ser benévolo en el trato con los demás, cordial y justo, aplicando la regla
de oro: Hacer lo mismo que le gustaría recibir, a cada quien, en idénticas
situaciones.
VIII.
–“Pon a tus palabras el
sello del silencio y al silencio el de la oportunidad”:
El silencio tiene su lenguaje, y un gran poder; hay que
conocerlos y aplicarlos con efectividad. La regla de oro que es preciso
observar en toda situación en que sea necesario hacerlo, es de la permanecer en
silencio cuando alguien se extralimita con palabras ofensivas, o haciendo un
comentario indebido. Jamás hay que reaccionar sin pensar, y sin compenetrarse a
fondo del contenido inoportuno. Esa es una auténtica demostración de
autodominio, sobre todo si efectivamente se controlan los pensamientos, los
sentimientos, las palabras y las acciones. Ya habrá tiempo para reflexionar y
actuar en consecuencias, según corresponda. El silencio, una mirada serena,
abstrayéndose de la circunstancia que se afronta y no dejándose involucrar en
la diatriba, permite conservar el total control de la situación. En las
negociaciones, cuando llega la oportunidad de concluir el cierre del trato,
después de haber hecho la proposición, después de haber descrito los beneficios
de la misma, y realizado la pregunta de cierre de venta, hay que guardar
silencio, y no hablar hasta que la otra parte responda. En esto reside un
poderoso secreto que los grandes maestros de la venta dominan a la perfección.
Usted ha explicado las ventajas comparativas, su prospecto reúne los
requisitos, es decir, posee el poder adquisitivo, tiene una necesidad que su
bien o servicio satisface plenamente, y, además, tiene la autoridad para tomar
la decisión de compra. Usted debe guardar silencio para darle la oportunidad a
su prospecto para que, libremente, tome la decisión. Usted no debe manipular la
toma de decisión con nuevo parloteo; si lo hace, salvo casos excepcionales, la
venta deja de realizarse. La responsabilidad de la toma de decisión de compra
debe reposar únicamente en la otra parte. Luego, existen múltiples casos en los
cuales guardar silencio implica que no toma demasiado en serio a la otra
persona, y lo que dijo, restándole importancia, con lo cual deja de
involucrarse en complejidades mayores. Frente a un ataque verbal férreo, sin
importar el contenido del mismo, guardar silencio permite controlar la
situación neutralizando a la otra parte. Por otra parte, escuchar es una forma
virtuosa de guardar silencio, y de convertirse en un excelente conversador, ya
que a la gente le gusta hablar, pero la mayoría precisa aprender a oír. Si
usted escucha con atención, tendrá ocasión de compenetrarse con lo que dice su
interlocutor, entendiéndole, poniéndose en su lugar, con empatía. Al atender la
queja, o reclamo, de una persona o cliente, si usted le escucha con atención,
buscando comprenderle, y solucionarle su caso, si tiene solución, y le compete
hacerlo, casi inmediatamente, la persona cambia su actitud y se vuelve amistosa.
Esto debe hacerse no por hipocresía, sino como un acto de hacer a los demás lo
mismo que a usted le gustaría recibir en casos análogos. Hablar poco, en forma
concisa, por objetivos y resultados, permite entenderse perfectamente, con
ahorro de esfuerzo y energía. El vano parloteo desgasta la propia energía
vital. El silencio, la acumula, incrementándola. Hablar, únicamente, sobre lo
bueno que se conoce sobre los demás, callando lo negativo, debe constituir un
hábito inquebrantable. Guardar silencio sobre las cosas negativas que se conocen
de los demás, y hablando las positivas, permite caminar por la vida en armonía
con todos. Muchas veces, las cosas negativas que circulan sobre algunas
personas, son opiniones infundadas, que difundiéndolas, se crea un karma
negativo para si mismo, del cual hay que responder moral, y muchas veces, civil
y penalmente. En otros casos, por muy negativo que se hable de alguien, le está
haciendo un favor, ya que existen conductas incalificables, y toda
calificación, por muy severa que sea, siempre le rinde un beneficio a la
persona involucrada. Una mirada, y el silencio, bastan, muchas veces, para
indicarle a alguien, a un niño, a un cliente, a cualquier otra persona, que
debe interrumpir su conducta equívoca y que debe respetar. El silencio encierra
una profunda autoridad.
IX.
–“Sé veraz; di siempre
la verdad”.
Sólo la verdad os hará libres, expresa un antiguo aforismo. La
verdad debe regir nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y actos para
rendir la propia existencia honorable. La credibilidad, es uno de los mayores
bienes que posee una persona. La palabra de honor que se honre es la mayor
virtud de un hombre. Xenócrates, discípulo de Platón, era conocido en su época
como un hombre que siempre decía la verdad, a tal punto que cuando prestaba
testimonio, jurídicamente hablando, jamás se le hacía prestar juramento, tal
era su credibilidad. No hay razón alguna para omitir una verdad. Tarde o temprano,
siempre se paga un costo. Si la vedad deja de gustarle a alguien, es problema
de esa persona; en cambio, usted, en su conciencia, siempre podrá estar
tranquilo. La verdad, sobre la base de la justicia, o la equidad, si tal fuera
el caso, la consideración, las buenas maneras, la cortesía, el respeto, y otros
valores inherentes, deben constituir la auténtica naturaleza de cada ser.
X.
–“Afánate por lo
virtuoso”:
La virtud es la sujeción de los propios pensamientos,
sentimientos, palabras y actos, bajo la égida de los parámetros de los valores
universales: del amor, de la prudencia, de la justicia, de la fortaleza, de la
templanza, de la belleza, del bien, de la verdad, de la amistad, de la armonía
y del orden. Son una guía certera de vida, en todos los actos y circunstancias
de la vida. El hijo de la luz, además del estudio de todas las ciencias, de
todas las filosofías y de todas las artes, se ejercita en la práctica de todas
las virtudes, como ideal de vida, en perfecta armonía con la naturaleza.
XI.
–“No digas que no hay
justicia mayor que la de ser justos con los que nos engendraron”:
Hay que ser justos con
todos los seres de los cuatros reinos naturales: Humano, animal, vegetal y mineral.
En uno de sus primeros diálogos, Platón, deja clara evidencia que Eutifrón, aún
tratándose de su padre, que había incurrido en actos indebidos, le denuncia
frente a las autoridades competentes, para que responda por los cargos
respectivos. Tal era la conciencia elevada del filósofo ateniense.
XII.
–“No te hagas deprisa
de amigos; mas no te deshagas, tampoco, deprisa, de los que tengas”.
El aforismo popular expresa que más vale malo conocido que bueno por conocer. Con el tiempo, la
misma vida compensa todas las situaciones, por la ley cósmica. Muchas veces,
después de reflexionar, se comprende mejor la razón de algunos amigos por su
tipo de conducta, y se percibe que habría sido un error haber interrumpido la
amistad con la misma. Hay que tomarse su tiempo. Oportunamente, las personas
involucradas, se presentan a disculparse, o a compensar el perjuicio
ocasionado. Sin embargo, es prudente alejarse, en silencio, de cualquier
persona cuya vida no es virtuosa, sobre todo, no haciendo negocios con personas
que al final lo único que podrían aportar son inconvenientes. El sentimiento de
la amistad es algo genuino que, en las relaciones personas, o existe, o no
existe. No hay que forzarlo por interés, ya que la misma se sustenta por
afinidad, por similitud de valores y análoga naturaleza humana, o grado de
conciencia equiparable.
XIII.
–“Si has aprendido ya a
ser mandado, sabrás mandar”:
Si has aprendido a obedecer a la naturaleza, podrás mandar
sobre ella y hacerte obedecer, por la ley cósmica. El dominio esencial es el
que se ejerce sobre los propios pensamientos, sentimientos, palabras y actos.
La relación con los demás debe ser sustentada sobre una base de valor por
valor, regida por los valores de la justicia, la verdad, la fortaleza, la
templanza, la belleza, el decoro, la honradez, el honor y la vergüenza. Si alguien no ejerce el dominio sobre sí, cómo
podrá hacerlo sobre los demás? Luego, por ley de vida, cada quien obedece a
quienes se encuentran en un plano superior de conciencia, y rige sobre aquellos
de niveles de conciencia, y visión, de menor quilates.
XIV.
–“Sométete tú mismo a
dar cuenta de lo que juzgas como deben darla los otros”:
Otro de los aforismos antiguos expresa: Con la misma vara con
que midieres serás medido. Si uno somete al mismo canon de justicia que aplicas
a otro, y siendo este genuino de verdad, lo que es igual, en la ley, y ante la
ley, para todos, debe dejar conformes a todas las partes involucradas.
XV.
–“Aconseja a los
ciudadanos no lo más agradable, sino lo mejor”:
En todos los ámbitos de la vida, a nivel personal, o
profesional, siempre existe un mejor curso de acción, que aporta el mayor bien
factible, y el menor perjuicio para todas las partes involucradas. Por lo cual,
es preferible elegir y lo más útil a lo más agradable; lo más justo, a lo más
provechoso, aparentemente. Lo más hermoso, genuinamente hablando, que a lo
aparente.
XVI.
–“No seas temerario”:
Los actos temerarios son castigados en todos los códigos
legales, como una medida de aprendizaje para quienes ejecutan actos que no se
corresponden con la justicia. Hay que ser osado, atreviéndose a dar el primer
paso en la realización de un objetivo, o recto propósito. Pero, la temeridad, puede superar los límites de la prudencia, y ocasionar
perjuicios que escapan al propio y al ajeno control, de los cuales se es
responsable y hay que responder. Por tal
razón, antes de tomar una decisión, adoptando un determinado curso de acción,
es preciso preguntarse: Si ocurre lo mejor, me satisface? Es justo para todas
las partes involucradas? Y, si ocurriese lo menos favorable, puedo contralar sus
efectos? La prudencia debe medir, cual compás, cada paso que se da, en
cualquier dirección de la rosa de los vientos.
XVII.
–“No trates
familiarmente con los malos”:
Dime con quien andas, te diré quien eres. Los buenos y los de
conducta menos ejemplar, se juntan por afinidad, o por interés. Si el interés
es regido por el sentimiento del amor, de lo justo, del recto proceder, esa
sociedad, en los tratos, siempre aporta resultados favorables. Pero, en las personas
con ausencia de probidad, cualquier trato que se realice con ellas, se hará en
detrimento de la propia virtud. Un político serio, no puede negociar con
colegas indignos, ya que, al final, terminará en el mismo saco, siendo juzgado
de la misma calaña. Igual ocurre en el comercio, es preferible hacer trato con
personas sanas, y evitarlo con gentes mañosas. La buena reputación de las
personas, debe ser el móvil que nos mueva a realizar tratos con ellas, caso
contrario, es preferible abstenerse, para evitar costosa experiencia. Después
que el honor se mancha, es muy difícil volverlo a reedificar. La rectitud de
los pensamientos, sentimientos, palabras, actos y relaciones, debe ser el norte
de la propia existencia.
XIII.–“Consulta a los Dioses”:
Era práctica de los griegos consultar el Oráculo de Delfos,
donde la pitonisa aportaba los sabios consejos según los casos sometidos a su
consideración. Es preciso, en la vida diaria, pedir asistencia espiritual a los
propios guías y protectores, a seres afines con quienes se comparte
sentimientos de aprecio, amistad o simpatía, ya que, los entes superiores
siempre aportan la inspiración precisada, si el pedido se realiza con
sinceridad. Es más, la mayoría de las veces, la inspiración espiritual es
aportada por los entes afines, sin solicitarla. Esto ocurre por simple
cooperación entre seres afines. También, es preciso la conexión espiritual con
la Divinidad, la cual permite que aflore en la conciencia la inspiración de los
sentimientos análogos a los valores universales, y el flujo del poder creador
potencialmente infinito. La simple y habitual conexión espiritual con la
Divinidad permite que aflore la referida inspiración, con naturalidad, sin
formular pedido alguno, como un servomecanismo natural. Pero, si es preciso que
se efectúe la conexión con la Divinidad, ya que permite la libre circulación
del citado flujo, en forma activa, y
constante. La conciencia de la conexión divina permite percibir que la unidad
que se conforma con la Divinidad es indisoluble y eterna, y de que se forma una
parte indivisa con Ella.
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