COMENTARIO
CON OCASIÓN DEL ARTÍCULO
DE JUAN LISCANO
©Giuseppe Isgró C.
Hemos compartido el artículo sobre Juan Liscano, de Rafael
Arráiz Lucca, uno de los grandes ensayistas contemporáneos. En Venezuela está
realizando una gran labor rescatando la memoria histórica. Escribe ensayos
sobres grandes personajes venezolanos de los últimos 200 años. En esta ocasión,
lo hizo sobre Juan Liscano. La obra de Liscano es fundamental leerla por la
visión de la cultura patria y universal que se refleja en sus ensayos y
poesías. Liscano, al igual que otros insignes intelectuales venezolanos, son
pensadores integrales, con múltiples intereses por escudriñar lo que de valor
existe en la cultura universal, en las diferentes corrientes de pensamiento.
Han sido, estos Maestros de la Patria, conciencias vivas de su tiempo, que
sigue siendo el nuestro.
Su visión es una guía certera para las nuevas generaciones y
para nosotros mismos. Dado que, en los últimos 20 años, se ha descuidado en
determinado grado, estimo que erróneamente, la difusión de estos grandes
valores humanos, en el argot uslar-pietriano. Las nuevas generaciones ignoraran
quienes han sido muchos de estos pensadores, y mucho menos habrán leído sus
obras como debieran hacerlo. En una época en que proliferan líderes con
ausencia de visión correcta y de mensajes auténticos hacia la búsqueda del
progreso de las sociedades que lideran, aunque muchos de ellos crean otra cosa,
-y esto es un fenómeno mundial, en mayor o menor grado-, es preciso estimular
el interés por la lectura de las obras de los grandes pensadores patrios,
respectivamente, en cada país.
Contemporáneamente, hay que leer a los grandes autores
clásicos y ensayistas de todos los países y épocas. Ellos son los maestros que
fungen de guías en épocas oscuras, u oscurantistas, y en épocas luminosas que
siempre vuelven a proliferar. Es un error fundamental, en vez de desarrollar el
recurso humanos de sus respectivos países, inhibir tanto la libertad de
pensamiento, como la difusión del conocimiento libertador, por temor a
desarrollar a los líderes que competirán con ellos en el futuro. Quien piense
de esa manera, deja de cumplir su rol de líder auténtico en sus funciones.
El líder de excelente visión busca preparar con tiempo a las
generaciones que puedan sucederle oportunamente. No desea perpetuarse en un
cargo de poder indefinidamente, ya que su visión le impele a pasar a la fase
siguiente de su desarrollo. Hacerlo diversamente, significa pagar un elevado
costo. Claro, en la edad media, era otra cosa; pero nos encontramos en el siglo
XXI en el que se creían superadas algunas situaciones arcaicas. A los líderes
de escasa visión de entonces no les importaba inhibir la libertad de
pensamiento. Pero, los tiempos han cambiado. El líder efectivo, ahora, procura
no incurrir en dicho error. Los líderes son educadores natos de las nuevas
generaciones colocadas por la naturaleza de las cosas bajo su égida. Como, por
ejemplo, Simón Bolívar, Andrés Bello y Carlos Andrés Pérez; éste último, uno de
los mejores del siglo XX, -junto con Rómulo Betancourt y Rafael Caldera, entre
otros-, con las Becas Gran Mariscal de Ayacucho, envió a miles de venezolanos a
prepararse en las mejores universidades del mundo.
Observé, por ejemplo, en España, que muchos leen solamente a
escritores españoles y a unos pocos latinoamericanos. Pocos leen obras de
auto-ayuda, por estimar que nadie tiene porque enseñarle como dirigir sus
vidas. Pude ver que ocurría, igualmente, con personas de otros países, aunque
en menor grado. Pero su visión de la vida, de la historia y del mundo adolece
de diversas fortalezas. Son matrices dirigidas intencionalmente para mantener
encajonados a los pueblos, para que no vean otras posibilidades de progreso. Es
un error, por supuesto. Hay que estimular a la lectura amplia y variada de las
obras de autores del propio país y las de todos los demás países. Es un legado
que pertenece a todos.
En América Latina, más que en cualquier otra parte del mundo,
se leen las obras de todas las culturas y países. Seguramente, no sería
exagerado decir que en Latino América se lee el Quijote más que en España,
pero, con toda seguridad, no menos que en España. Así ocurre con los clásicos
universales. Por eso la visión cultural de Latino-América es más universalista
que en cualquier otro lugar del planeta.
Por eso, los grandes líderes del futuro, tendrán un perfil
iberoamericano.
Pero, hay algunos países, que temporalmente, por el liderazgo
con insuficiente visión del progreso a que está destinada América Latina, en
general, han puesto poco énfasis en estimular el conocimiento de las obras de
los padres de la Patria.
El interés por corregir dicho error, redundará en beneficio de
la amplia visión que caracterizará a las generaciones emergentes, que tendrán
la inmensa responsabilidad de guiar los destinos de sus respectivas patrias, en
una época de mayor competencia, por el entorno internacional cada vez preparado
con una excelencia que es deseable, también, para nuestras respectivas
naciones.
Caso contrario, se le hará un gran daño a los países que le
toque ser dirigidos por líderes insuficientemente preparado para el rol
inherente. Es importante recordar: los líderes de turno pasarán, algunos con
mayor pena que gloria, otros con la gloria merecida, Cada quien recogiendo lo
que siembra, no otra cosa.
Por la infinita sabiduría de la vida, que pone un coto a la
existencia humana, todo líder, aunque no lo quiera, llega el día en que tendrá
que dejar su lugar a otro que le sustituya. Caso contrario, tendríamos tiranos
como Nerón, y Dionisio de Siracusa, todavía atormentando a sus respectivos
pueblos. Y, como decía, con profunda agudeza, Cervantes, en su inmortal
Quijote: El otoño sigue al invierno, el invierno a la primavera, la primavera
al verano, y cada estación va dejando el paso a la nueva, y así se renuevan las
condiciones de vida, en cada lugar. Sobre el fango de los ríos florece la flor
de loto. El estiércol que dejan los líderes que agobian indebidamente a sus
respectivos pueblos, será descartado por infértil. Se buscará otra clase de
abono, o fertilizante, para que las nuevas generaciones puedan construir nuevas
eras de progreso. Progreso que todos, ahora, anhelan, y anhelamos, pero que, es
preciso trabajar para que esos ideales se hagan realidad. Estos son tiempos de
cambio y hay que pensar en el progreso futuro a que están destinados nuestros
países, en Latino-América. Hay que prepararse para tiempos mejores, que
llegarán con oportunidades que en igual grado no los tendrá ninguna otra
región.
Los líderes son valuados por sus resultados; a los
ineficientes, la historia los olvidará pronto. En cambo, los que obtienen grandes
logros, será tenidos por modelos a emular.
Igual ocurre con la historia. Nadie recuerda al Último
realista, del siglo XIX, que tuvo en jaque a Venezuela durante 25 años, desde
1821 a 1846. Bolívar no pudo con él; pero, sí José Antonio Páez. Salvo unos
pocos estudiosos, nadie recuerda el nombre de José Dionisio Cisneros. De Boves,
el azote de Venezuela, -de quien solamente O´Leary relata las inmensas
atrocidades que realizó por las ciudades del país, por aquellos años terribles
de la segunda década del siglo XIX-, lo único que la gente recuerda, es que
encontró su “estate quieto”, en Úrica; nada más.
Poco después, surgiría, en los Llanos, un líder que sí amaba a
Venezuela. Se le dieron varios apodos símbolo de la gloria cosechada: El León
de Payara, el Centauro de los Llanos, el Ciudadano Esclarecido, el Fundador del
Poder Civil, y el artífice principal de la Independencia de Venezuela. José
Antonio Páez, en la Batalla de las Queseras del medio, con 153 hombres diezmó
un ejército de 7.000 hombres al mando de Pablo Morillo. Bolívar, que contempló
la batalla desde las copas de un árbol, al finalizar la contienda, elogió la
misma como la mayor hazaña de la historia.
Ese joven brillante, Páez, estaba consciente de que tenía un
rol importante que jugar a favor de Venezuela y lo dio todo por la Patria, en
forma inteligente, preparándose a tiempo, en cada faceta que le tocó vivir,
rectificando de sus errores, cuando incurrió en alguno.
Los tiempos cambian, y la gente que se encuentra al frente de
las situaciones, también. Son los líderes situacionales que van emergiendo y
sustituyendo a los anteriores. Uno se pregunta: Para quien trabaja el
cachicamo? Y el otro, suele contestar: Cachicamo trabaja pa´lapa.
El líder eficiente, mira por delante, en progreso, por lo
menos 60 años, señalando el camino hacia donde se orienta el progreso, para que
los jóvenes puedan prepararse, con tiempo, para las oportunidades que se irán
presentando para todos.
Hay quien siembra árboles para obtener pulpa para el papel que
se fabricará dentro de cien años, -que no serán ellos mismos en cosechar los
frutos de su esfuerzo e inversión-. Pero, si no lo hicieran así, ahora, dentro
de cien años, habría un deficit de árboles para obtener la pulpa de papel que
difícilmente podría llenarse. Así ocurrirá con nuestros países si se interrumpe
el proceso del progreso cuando algunos liderazgos dejan de corresponderse con
las inquietudes de los tiempos. Dentro de cierto tiempo los líderes actuales
dejarán de estar en el escenario y los países se encontrarán muy atrasados en
relación con los del resto del mundo. A quién le importa eso? A muchos más de
lo que pueda pensarse. A cada uno que ama su país y anhela lo mejor. A sus
hijos y nietos. Y, a millones de Espíritus prontos por encarnar, a corto,
mediano y largo plazo, que anhelan que las cosas vayan en determinadas
direcciones. A mis hijos, a mis nietos a mis amigos, sí les importa porque aman
su país.
Cada quien recoge lo mismo que ha sembrado. Alguien lo duda?
El futuro siempre es mejor que el pasado, a pesar de las apariencias. La
primavera está próxima, confía que esta vez no dejará de volver a aparecer.
Siempre ha sido así. Leamos a los maestros de la Patria para montarnos sobre
hombros de gigantes, y así potenciar la propia visión viendo lo que los más
ilustres de la historia han visto.
Adelante.
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