EL FUEGO DIVINO.
©Giuseppe
Isgró C.
Escudero, -dijo Hidalgo:
Sin
fuego, no se cocina la comida.
Sin
entusiasmo, no se realizan las grandes obras.
Sin
estudio, no se generan sólidos conocimientos.
Sin
conocimientos sólidos, no se genera la visión clara de las cosas.
Sin
visión clara de las cosas, no podrás vislumbrar la meta a la cual enfocar todo
tu potencial realizador.
Sin
meta clara a la cual enfocar tu potencial realizador, a cualquier lugar a donde
vayas, no es el lugar en que se encuentra tu meta. Cualquier cosa que hagas, no
es la cosa que satisfará tu necesidad o anhelo.
Cuando
el lugar en que te encuentras no es el lugar, y la cosa que hagas, no es la
cosa, la insatisfacción interior aflorará en tu conciencia, encendiendo el
fuego del descontento creador divino que mueve a la acción y enciende el fuego.
Es el fuego que depura el velo de la separación, y conecta con la Fuente que
permite ver claro que ya, a cualquier lugar que vayas, es el lugar, que lo que
haces, lo que debes hacer, y que haciendo lo que hagas, en cualquier lugar que
vayas, esa es la tarea, ese es el lugar, tú eres el instrumento de la voluntad
divina, el canal de la energía creadora, de la visión clara de las cosas, del
contento divino que satisface, da sosiego, confianza y poder…conocimiento
claro….visión de la meta, del qué del cómo, del dónde, del quién, del cuándo,
del cuánto y del por qué. Te transformas en un entusiasta viviente que contagia
con su luz, alegría de vivir, paz interior y armonía, restableciendo el orden
justo y perfecto.
Percibirás
que el Genio de la Divinidad ha tomado lugar en tu interior, aflorando en tu
conciencia como guía, generando poder y conocimiento en perfecta coordinación
con los planes cósmicos, y con el plan divino para tu propio ser, en esta y en
la inmensas existencias pasadas, y las inmensas que esperan su turno para
manifestarse como libro en blanco en el que plasmar tu experiencia de vida, y
anteponer los nuevos proyectos de turnos, a los cuales enfocar el potencial
desarrollado por la experiencia de vida.
Ese
fuego divino que mantiene activo el movimiento universal, es el entusiasmo, es
decir: la Divinidad dentro de cada ser expresando la esencia, como piedra
filosofal que transmuta estados de conciencias, en las infinitas estaciones del
Espíritu.
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