Buscar este blog

domingo, 23 de junio de 2019

OPINIONES E IDEAS, DERECHOS Y OBLIGACIONES.



OPINIONES E IDEAS,
DERECHOS Y OBLIGACIONES.

©Giuseppe Isgró C.


Escudero, -dijo Hidalgo:
Hay opiniones e ideas, derechos y obligaciones.
Las opiniones y las ideas ajenas se respetan, aun cuando no se compartan, tal como a cada quien le gusta con las propias. Eso es signo de madurez mental: el respeto a las opiniones e ideas ajenas, aunque se sustenten otras de muy diferente naturaleza. Es respeto a la propia dignidad, respetar la dignidad ajena. Igual respeto implica hacia las propias opiniones e ideas, al respetar las opiniones e ideas diferentes de las demás personas. Si respetamos merecemos respetos. Si se falta al respeto ajeno se hace en detrimento del propio, de la íntima respetabilidad.
Igual ocurre con los derechos ajenos, erga omnes, que implican la obligación de todos de respetar.
Ahora bien, Escudero: las opiniones pueden ser correctas o falsas; los derechos, verdaderos, o inexistentes. Si verdaderos, imponen el respeto ajeno.
A las falsas opiniones, generalmente, el silencio las extingue, ya que, por sí mismas no son sustentables. Las que han persistido, en el espacio y tiempo, casi siempre lo fueron a sangre y fuego, en eras oscuras, o medievales, que luego las generaciones sucesivas, han creído por verdaderas. Hay muchas que siguen enseñándose como verdaderas, siendo incorrectas, o no ajustadas a la verdad, que los líderes mundiales deberían tomar cartas en el asunto para corregirlas. Sería inútil atacarlas, ya que implicaría echarle más leña al fuego. Al no echarle más leñas, el fuego se apaga por sí solo, en tiempo oportuno, al hacerse conciencia al respecto. La luz de la conciencia evacúa la oscuridad. por si sola, con naturalidad.
Aunque las falsas verdades sean sustentadas por reconocidas o aparentes autoridades, no por eso dejan de ser falsedades, o apreciaciones incorrectas de las verdades. Eso no ocurre, únicamente, con aquellas doctrinas que tradicionalmente provienen de trayectorias oscurantistas, no, también muchas doctrinas que se autoproclaman de luz, que sustentan verdades inamovibles promovidas por grandes mensajeros de luz, que los seguidores asumen como verdades irrefutables, son matrices de opiniones sobre las cuales, realmente, no se piensa a fondo para discernir la verdad. Sus cultores, sin quererlo, también se transforman en difusores de falsas verdades, creyendo que las mismas son verdades absolutas porque fueron dichas por un gran maestro.
Durante casi dieciocho siglos los pensadores más importantes de la historia, en el mundo occidental, creían que era imposible que Aristóteles pudiese, siquiera mínimamente equivocarse. Y estamos hablando de la gente que se supone la flor y nata del pensamiento científico o filosófico. Y sin embargo, Aristóteles se equivocó en muchas apreciaciones científicas. Pero, eso no desmerece para nada la excelencia del Gran Estagirita, que es una de las mentes más portentosas de la historia. Él mismo se habría corregido; pero, sus seguidores consideraban un sacrilegio pensar que se hubiese equivocado. Newton, Galileo y otros científicos, en torno al renacimiento, comenzaron a percibir la realidad al respecto.
Por eso, Escudero, no hay que entrar en controversias con aquellos que no tienen ideas propias y que a todo oponen una cita o comentario de algún libro o autor famoso, ignorando si lo que citan es correcto o incorrecto.
La verdad que puede ser dicha no es toda la verdad que es y que llegará a manifestarse ad infinitum, en el eterno ahora; siempre hay un más allá. Además de la verdad hoy existente, se le sumarán otras en las infinitas estaciones de la vida, viendo cada vez más lejos, más clara y correctamente.
No pierdas el tiempo, Escudero, con personas poco capaces de pensar por sí mismas, buscando corregir su manera de pensar. Ellos son tenaces en sus opiniones y buscarán convencerte, sin razón, sin ton ni son, y perderás tu tiempo. Por otra parte, Escudero, aun cuando tú estimes que las demás personas se encuentren en error, debes respetar su manera de pensar, tratando de entender por qué piensan de esa manera. Debes respetarle, al igual que tú anhelas que respeten tus opiniones e ideas, tomando en cuenta que el equivocado podría ser tú mismo, sin que por ello tu interlocutor no deje de estar, también en error.
Porqué, Escudero? Es necesario discernir al respecto: Quien tiene la verdad? Casi todos aquellos que creen tenerla, en absoluto, no la tienen en absoluto, ya que, en absoluto solo la Divinidad la posee en todas sus vertientes y variantes. Y es tanto, pero tanto lo que desconocemos, que con el tiempo, todo lo que conocemos habrá que olvidarlo, y en su lugar ir aprendiendo cosas más acordes con la verdad. Por eso, es importante respetar las opiniones ajenas para cultivar la amistad entre las personas de diversas ideologías y creencias, trascendiendo las diferencias aparentes. Es preciso tolerancia, respeto, justicia, amor, abandonar toda indebida discriminación, de cualquier tipo: étnico, espiritual, social, humano, de reinos naturales, ultural, de actividades, y de cualquier otra índole, respetando las leyes naturales, o de Derecho natural.
Tomemos nota de lo que estimamos un error, o una falsa verdad, e investiguemos a fondo sobre el tema, para discernir la verdad. Eso es lo que hacía Aristóteles cuando se disponía a escribir sobre un tema, o tópico determinado. Estudiaba a fondo todo lo existente hasta ese momento, para formarse una idea general y así compenetrarse con todos los aspectos inherentes, viendo más allá de las apariencias. Si percibes una verdad, es tu deber exponerla a quien anhele escucharla, para aprender, sin tratar de imponerla, atacando al error. Las grandes verdades, o ideas, tardaron en ser aceptadas, y muchos de sus divulgadores sufrieron los rigores de épocas inquisitoriales. Era una época en que se mezclaba la ignorancia con intereses creados con una finalidad: hacer olvidar el desarrollo de la cultura clásica, para mantener la ignorancia entre las grandes masas, que incluía, virtualmente, toda la humanidad del mundo occidental. Oriente, no sufrió esos rigores y preservó su legado antiguo de sabiduría: verdadero tesoro de la humanidad. Por eso bibliotecas como la de Alejandría y la de Córdoba, los dos casos más singulares, sufrieron los rigores del fuego. La ciencia clásica, las grandes obras de la cultura griega y la latina, y de otras regiones del mundo, allí conservadas, se perdieron en gran parte, y el resto, virtualmente olvidado. Gran labor de los humanistas florentinos del siglo XIV: Petrarca, Boccaccio y Dante Alighieri, Giotto, Cimabue, la de los Árabes, que fueron una luz en la oscuridad, en su expansión por diversas regiones del mundo, preservando, traduciendo y difundiendo las pocas obras clásicas que nos quedan en Córdoba, y Toledo, España; en Palermo, Sicilia, y Florencia, Italia, y posteriormente, al desembocar el humanismo en el Renacimiento, italiano, primero, y Europeo, posteriormente, cada país dio su aporte para recuperar un saber integral perdido de la antigüedad clásica. Los siglos XIX y XX contribuyeron en la emancipación de la humanidad de un yugo medieval, que le mantenían, adrede, en compartimientos estancos de determinada clase de ignorancia. Pero, ese riesgo, o peligro de una vuelta a acciones tendientes a volver al olvido de los avances alcanzados en los últimos siglos, no se ha extinguido. Hay señales evidentes de ello y tendencias que non deben ser disimiles de aquellas causas que, según las diversas tradiciones históricas, o leyendas, se mencionan como causas de las desapariciones de diversas civilizaciones como la Atlante, la de Lemuria o Mu, el continente perdido del océano pacifico, Palmira, y algunas más recientes.  Louis Pauwels, en los primeros años de la década de los años setenta, sel siglo XX, tuvo una lucida percepción de esta realidad, al hablar en su artículo publicado en la Revista Planeta, De un Renacimiento a otro, sobre esta realidad. Nosotros mismos, en Sevilla, a finales del año 2011, en nuestra conferencia sobre El humanismo, sus orígenes, causas y consecuencias, analizamos 1.700 años de historia del mundo occidental, y percibimos como cada determinado tiempo se manifiesta un fenómeno recurrente de esta tendencia de un regreso a situaciones tipo oscurantistas, pero, al mismo tiempo, se manifiestan, también, movimientos equilibrantes en la historia mundial. Pero, los cultores de ambas tendencias, están latentes, allí, cada uno realizando su labor, hasta que, con el tiempo, se alcance una nueva edad de oro permanente, que aún está lejana en el horizonte, y que los grandes utopistas del siglo XX previeron a partir del año 26.000 de nuestra era, y que debería estar consolidado hacía el año 30.000 de nuestra era, como base mínima para construir el verdadero desarrollo al que pareciera estar destinado el planeta tierra, algo que ahora se estaría muy lejos de imaginar. Aun así Escudero, nada cierto hay al respecto, ya que podría requerirse, todavía, un lapso mayor para que la humanidad alcance niveles de conciencia adecuados y acordes capaces de manifestar un mundo ideal que, ahora, estamos muy dejos de imaginar, en su exacto potencial. Bastaría darle una ojeada al mundo actual para darse cuenta. Pero, aún así, muchas cosas serán percibidas por una mínima cantidad de personas. El resto deberá entrenarse para ver más allá de las apariencias. El ser humano normal, imbuido del atosigamiento existencial que no le deja tiempo, y la mayoría no desean tomarlo para pensar, solo podrán percibir algunas de las pocas cosas que permite el encajonamiento en que las diversas sociedades se encuentran. Por eso la historia es una gran maestra que permite observar como los ciclos históricos se repiten, cada cierto tiempo, y que algunas conflagraciones mundiales podrían volver a ocurrir por la intolerancia en las ideas de espiritualidad, ya que predominarán, en el futuro, dos grandes grupos: Los tolerantes, de elevada conciencia y cultura; los intolerantes, encerrados en torno a unos pocos libros, con visión poco lúcidas, que constituirán  una especie de ejércitos que como hormiguitas trabajarán en cruzadas para mantener épocas medievales. Al final, todo dependerá del triunfo de los tolerantes o de los intolerantes. He ahí la importancia de la educación de los valores y de elevados estados de conciencia en torno al amor, la justicia, la belleza, el respeto, la tolerancia y la convivencia armónica entre todos. Es una gran tarea la que se tiene por delante, que trasciende a toda Doctrina individual. Es preciso la unión de todos.
A todo esto se suma el inmenso riesgo ambiental sobre el que, gran número de países están tomando conciencia, y carta en el asunto. Pero, es un peligro latente inminente a corto y mediano plazo.  El largo plazo ya llegó, está ahí, transformado en corto plazo. El deshielo del polo norte como consecuencia del calentamiento global implica graves riesgos para los cuales pareciera existir poca competencia para revertirlo, pese a los esfuerzos de unos pocos. Lo más asombroso, es que, quien toma la palabra para alertar al mundo sobre el inminente peligro en una estupenda jovencita sueca,  Greta Thunberg, centrando la atención en los jóvenes para moverle a acciones para las cuales estima que no hay tiempo que perder.  Son ejemplos para ser emulados por los adultos, y sobre todo, por los líderes, que en tal rol, tienen una inmensa responsabilidad, para las cuales, los nuevos líderes deben prepararse mejor, trascendiendo intereses grupales que inhiben la creatividad para el ejercicio de la libertad ética.
Nadie convence a nadie, Escudero. Cada quien debe convencerse a sí mismo y lo hará al adquirir conciencia de lo que ignora, en determinado grado, y así en forma gradual, ad infinitum.
Parafraseando a Lao Tse, se podría decir: Cuando percibimos lo que es la verdad, nos damos cuenta de lo que es la falsedad, en determinado grado.
Se come cuando se tiene hambre; se duerme cuando se tiene sueño; se trabaja cuando se tiene ganas o necesidad.
A quien no desea escuchar es inútil hablarle porque estará orgulloso con su ignorancia, cuya magnitud desconoce, al igual que todos nosotros. Mientras mayor sea el grado de ignorancia de una persona, por supuesto, inconsciente, -ya que la ignorancia consciente es una bendición- en igual grado se manifiesta su convicción de que su verdad, es la verdad. Y podría ser cierto en determinados casos, pero, no en la mayoría. He ahí la importancia de la tolerancia y de no perder el tiempo en quienes dicen: Convénceme usted! No, Escudero, no eres tú el que debe convencerle; es esa misma persona que debe hacerlo por el estudio serio, por la búsqueda sincera. Entonces, sí encontrará los labios que le expliquen las verdades que sea capaz de asimilar. Pero, la vida no deja de ser la auténtica pedagoga que hace aflorar en la conciencia, lo que cada ser precise, en cada momento. Hay quienes siguen las inspiraciones; y quien hace caso omiso.
Por eso Escudero, ejemplos de ese tipo deben ser luz para ti, no emulando conducta igual, creyendo que tu verdad es inmutable, o la verdad. Todo cambiará, paralelamente a que cambia la propia conciencia y se percibirán nuevos aspectos de la verdad, antes inadvertidos. De ahí, que siempre hay que respetar las opiniones ajenas, aunque no las compartamos ni estemos de acuerdo con ellas.
Eso sí, Escudero, es nuestro derecho y obligación, impartir la verdad tal como la concebimos y hasta el grado en que la asimilamos. Hagamos caso omiso de las falsas verdades, sin importar que autoridad histórica la sustente. Debemos forjarnos ideas propias, aunque nos equivoquemos una o mil veces. Parafraseando a Confucio, podríamos decir: No hay que vanagloriarse de nunca equivocarnos, sino de enmendar el error cada vez que lo percibimos. Es preciso perfeccionar el arte de ver más allá de las apariencias y observar las cosas tal como son.

Y una cosa más, Escudero: Jamás olvides reconocer la verdad cuando cualquier persona la expresa, como te gustaría que lo hicieran contigo. Son muchos los que, percibiendo la verdad en los dichos ajenos, rehúsan reconocerla por falsos prejuicios. No, Escudero, reconocer los méritos ajenos enaltece a la persona, demuestra su madurez y nobleza de carácter. Somos todos aprendices, Escudero. Pero, por sobre todo, hay que ser buenos aprendices. La Gran pedagoga es la Divinidad. Hay que adquirir conciencia de la conexión divina, siempre existente con ella, como fuente de luz, amor, justicia, belleza, fortaleza, templanza y tolerancia. También, de humildad. La Divinidad enseña en silencio, en forma permanente, en la conciencia de cada ser, por el lenguaje de los sentimientos.
Adelante. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario