¿CONSTRUIR,
O DESTRUIR, EL MUNDO?
©Giuseppe
Isgró C.
Es la pregunta que deberían plantearse
quienes, ahora, líderes en potencia, deciden asumir el compromiso de dirigir
sus propios países.
Hace algunos años, en España, vi un
documental que presentaba, la mayoría de los discursos de Benito Mussolini,
desde uno de los primeros que pronunciara hasta el último, en que asumía
participar en la segunda guerra mundial. En el último discurso, era un ser
totalmente transformado, como si el Espíritu destructivo transfiguraba, además
de su juicio, sus rasgos. Individuos como él, que a un cierto momento se creen
dueños de vidas y destinos, que un examen psiquiátrico lo apartaría de la
conducción de un país, han sido artífices del proceso destructivo de un gran
número de países, que luego, las nuevas generaciones, deben volver a construir,
hasta que otro loco de turno asuma el poder, y vuelva a tomar las riendas del
proceso destructivo.
La gente cuerda de cada país se siente
impotente frente a tamañas locuras. Sin embargo, esos líderes nefastos de
turno, se creen genios, dueños de destinos, tomando decisiones absurdas que, un
simple niño de doce años sería más sensato, evitándolas. Un campesino, sin cultura académica, pero,
con la sabiduría que aporta la convivencia con la naturaleza, dirigiría mejor
que muchos líderes, sus respectivos países. Porque, lo harían con amor, y lo
que ignorasen, al igual que lo hacía Henry Ford, que apretaba un botón, y al
instante aparecía el asesor idóneo que le facilitaba el conocimiento precisado.
Muchos líderes nefastos actuales, en el
planeta, se rodean de asesores más ineptos que ellos mismos, ya que se
avergonzarían de que sus asesores brillaran más que ellos. Pero, los líderes
del futuro, se rodearán de los mejores asesores del planeta, para optimizar su
liderazgo.
Pero, los tiempos pasan, y sin pena ni
gloria, los líderes ineficaces, también; pero, los líderes efectivos, seguirán
brillando a través de los siglos, siendo emulados por las nuevas generaciones,
que mirarán hacia ellos como potentes faros en puertos seguros.
No vayan a creer los líderes del
planeta, los actuales, que no tendrán que responder por sus extravíos. Será su
propia conciencia, en primeras instancias, la que le reclamará, y no le dejará
en paz hasta que hayan aprendido la lección del respeto que deben a la
humanidad.
Es la acción coactiva de la Divinidad la
que actúa en su conciencia, primeramente como advertencia de la vergüenza que será
experimentada, si se extravían. Luego, como acción educativa, haciéndole pasar
por lo mismo que les hizo a otros, en múltiples ciclos de vida. Deberán
deshacer los entuertos, como decía Don Quijote.
Los líderes actuales, en el mundo,
deberían aprovechar sus respectivos roles, para construir, o ayudar a hacerlo,
un país mejor, un mundo mejor, solo así, su conciencia le dejará dormir muchas
noches de paz. Solo así, la paz volverá a su conciencia. La balanza de la
justicia divina sopesa cada uno de los pensamientos, sentimientos, palabras y
actos, y la ley ordenadora del universo, la ley de afinidad, le ubicará en el
orden que le corresponde en el concierto de todas las cosas. La ley de
afinidad, apartará a los líderes ineficaces de las sociedades progresistas,
porque lo semejante atrae a lo semejante, y los opuestos jamás se juntan.
Una lección para asimilar, también, por
las poblaciones del mundo. ¿Por qué salen líderes nefastos, destructores, en
vez de constructores?
Los pueblos tienen los líderes que se
merecen, y/o aprueban, escribí hace, ya, muchos años, en un folleto intitulado:
El arte de resolver situaciones.
Hagámonos merecedores de nuevos líderes,
constructores del mundo, justos y perfectos, siendo cada uno de nosotros justo
y perfecto, y los líderes adecuados aparecerán en el tiempo perfecto de Dios.
Dejemos que el amor y la justicia guíen
nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y actos.
Construyamos un mejor mundo, educando al
hombre, Decía Don Quijote: Eduquemos -arreglemos- al hombre, para arreglar al
mundo.
¡Dios ilumine a los líderes del mundo!
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