Concentrar la atención en
la Divinidad.
©Giuseppe Isgró C.
Escudero, -dijo Hidalgo:
Concentra la atención en Dios, el Ser Universal!
Concentra la atención en Dios, el Ser Universal!
La comunicación interior -conexión divina- con Dios, abre los
canales mediante los cuales se canaliza la sabiduría, el poder
creador-realizador, la armonía, la justicia y el amor de Dios, entre tantas
otras cosas.
Es preciso guardar silencio, en lo interno; en lo externo; y
escuchar la Divina vibración, y como un diapasón, vibrar al unísono con ella,
para elevarse hacia las esferas mentales que trasciendan los niveles que se
desean transmutar, centrando la atención en lo que se anhela, y no en lo que se
desea evitar.
Donde centras la atención se expande la conciencia perceptiva,
comprensiva y realizadora, en una eterna polarización, ad infinitum.
Centrar la atención en la Divinidad y en los atributos
divinos: el amor, la justicia, la prudencia, el respeto, la fortaleza, la
paciencia, el valor de ser justo y perfecto, aunque siempre perfectible, usando
el modelo de los atributos divinos, o valores universales como guía de vida en
la práctica de todas las virtudes. La templanza, o moderación, y aún la férrea
austeridad, si fuese preciso, para mantener el equilibrio y el autodominio. La
belleza, que con virtud se transforma en sublime, aunque se exprese en humilde
apariencia.
Es preciso, Escudero, saber ver la presencia de la Divinidad
en toda expresión de vida, -y en todas las situaciones- para percatarse que no
existe superioridad alguna, ni inferioridad, ni por el color, ni por la
posición aparentemente privilegiada, algunas veces, adversas, otras, ni por el
lugar, ni por otra cosa alguna, ya que todo cambia. Hoy eres blanco, mañana
negro, en otra vida. Lo que tú, ahora, aborreces en otros, discriminando, lo
atraes, inconscientemente, a tu propia realidad. De alguna manera, la vida te
hace aprender lo que precisas, y generalmente, de la misma forma en que tú
agobias a otros seres, -humanos, animales, vegetales o minerales- dándote a
beber la misma sopa de tu propio chocolate.
Por eso, Escudero, decía Lie Zi, por boca de Yang Zhu, en el
Libro de la perfecta vacuidad: -“Si de nosotros sale el bien, sus frutos
vuelven a nosotros. Así deben ser nuestros sentimientos: partir de estas
consideraciones y adaptarse al mundo exterior. Por eso el sabio presta gran
atención a lo que de él sale”.
Dios es bueno, sabio, poderoso, entre otras cosas, para el
bien y la justicia, para la creación, aún en la aparente destrucción o cambio,
ya que nada se estanca, en la vida, y en el universo. Aún los inmensos mundos
habitados del universo, un día serán una luz a la distancia de año luz; empero,
con mucha antelación, se están creando aquellos planetas que un día serán las
moradas de turno para las humanidades en grado de ocupar sus salones de clase,
ya que cada quien se encuentra en el orden justo y perfecto que le corresponde,
en un momento dado, y en constante ubicación y reubicación. El agua que se
estanca se vuelve inservible y la vida aborrece la inactividad. Todo es trabajo
incesante, aún en la aparente inactividad. Todo es creación constante. El
modelo a utilizar el el divino, existente en la mente de la Divinidad. Como la
mente de la Divinidad es la misma mente existente en toda expresión de Vida, es
preciso compenetrarse de los pensamientos, sentimientos, voluntad y anhelos del
Ser Universal expresados en la propia conciencia, -réplica exacta de la de cada
ser, por ser la misma y única conciencia-, cuyo impulso creador constante
genera que cada ser, en los cuatro reinos naturales, se convierta en un
instrumento de la voluntad divina.
Escudero: La clave consiste en centrar la atención en la
Divinidad y sus atributos divinos, o valores universales: los valores son la
base de todo. Hay que descentrar la atención en los antivalores. En lo que
centra tu atención se expande tu propia abundancia. Céntrala en el bien, en el
amor y en la justicia, con desapego de todo y de todos, excepto de la
Divinidad, el amor y la justicia. Ah, Escudero: y si algún apego anhelas tener,
que sea de la Dignidad, con sentido pleno de la justicia. Algo, como dice una
de mis nietas, Escudero: bien facilito!!!
Don Quijote, sigue siendo un modelo a emular, por sus elevadas
virtudes “quijotescas”, o cervantinas. Pero, en general, todas las obras de
Miguel de Cervantes y Saavedra, están imbuidas de elevados valores sobre los
cuales es factible, y un deber-derecho, sustentar la felicidad humana,
conscientemente.
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