Lúcida percepción de Escudero
©Giuseppe Isgró C.
Escudero, -dijo Hidalgo:
Lúcida percepción, la tuya, sobre la necesidad de un cambio en la
conciencia humana para alcanzar ascendentes niveles de perfectibilidad. Por
supuesto, siempre relativos, pero sin límites algunos.
Empero, cada ser ya posee, en estado de potencialidad
infinita, la perfección de los atributos divinos, en sí mismo. Ellos son idénticos
a los de la Divinidad, por haber emanado perfecto, cada ser, a la conciencia
individual, sin separarse de la Divinidad, y sin dejar de ser la Divinidad.
Empero, de lo que adolece, cada ser, es de la experiencia. Igualmente, ignora
el potencial infinito que posee.
Pero, la experiencia la va adquiriendo, cada ser, en los
cuatro reinos naturales, gradualmente, reconociendo lo que ya posee en sí mismo,
en la eterna polarización de un estado de conciencia a otro más elevado, ad
infinitum. Hay una cierta correlación con lo dicho por Platón: -"Aprender
es recordar".
Podría decirse, que cada ser, en los cuatro reinos naturales,
no solamente el hombre, es parte indivisa de la Divinidad, sin separarse jamás
de la Divinidad, y sin dejar de ser la Divinidad.
Se comienza a descubrir que esta percepción es una idea
existente desde la más remota antigüedad, en, virtualmente, todas las
corrientes de pensamientos, tanto orientales como occidentales.
Se llegará a extinguir, o secar, esa corriente de vida y
potencial de perfección humana, en algunos seres? Personalmente no lo creo,
Escudero.
Intuir que la misma Divinidad funge de auténtica pedagoga en
la conciencia de cada ser, nos otorga la confianza sobre la redención humana y
la perfectibilidad de los valores morales, tal como lo percibía José
Ingenieros, cuando expresa: -“Las Fuerzas
Morales se transmutan sin cesar en la humanidad. …Al par de lo cósmico, lo humano
vive en eterno movimiento: la experiencia social es incesante renovación de conceptos, normas y
valores. Las fuerzas morales son plásticas, proteiformes, como las costumbres y
las instituciones. No son tangibles ni mensurables, pero la humanidad siente su
empuje. Imantan las conciencias y fecundan los ingenios. …Son el tribunal supremo
que transmiten al porvenir lo mejor del presente, lo que embellece y dignifica
la vida”.
Estimo que la Divinidad sabía lo que hacía al emanar a la
conciencia individual, en cada ser, ignorando su potencial, pero que,
gradualmente, a medida que experimenta necesidades, irán aflorando el
conocimiento y el poder creador en grado suficiente, para satisfacerlas.
Cada ser está dotado de la misma ambición de perfección
humana, por bondad divina. Antes o después se despertará el gigante que se
anida en su interior, reconociendo su propia divinidad, y su existente en cada
ser. Cuánto falta para eso? Somos, apenas incipientes aprendices que ignoramos
todo lo que ignoramos y que jamás lograremos conocer esa Suma Ignorancia, totalmente, pero, en los nimios grados que la
vamos percibiendo, le va dando sentido a la propia existencia, enrumbándonos a
su satisfacción gradual.
Por eso los grandes utopistas como Henri Poincaré, Aldous Huxley,
H. G. Wells y Georges Bernard Shaw estimaban que será en torno al año 30.000 de
nuestra era cuando se comenzará a gestar la nueva edad de oro, en el planeta
tierra, época en la cual, según ellos, el tema de estudio principal, en un
mayor tiempo de ocio “creativo” serán los valores. Es decir: el soporte de la
perfectibilidad humana. Estamos muy lejos de la meta, pero, hacía allá nos
dirigimos. Un día tras otro nos acercará más a esa sublime meta. Importante es
dirigir hacia ella cada uno de nuestros pasos.
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