EN LOS SURCOS DEL AMOR UNIVERSAL
©Giuseppe Isgró C.
-“Por una alegría nacieron
todas las cosas creadas”.-
Upanishad
Abriendo
surcos por el servicio...
por la
justicia y la belleza.
En fin de
cuentas, la justicia
expresa el
estado real de cada ser
por el fiel de
la balanza, en la conciencia.
Belleza, es la
proporción justa y perfecta,
divina, de la
justicia estética.
Dentro o
fuera, es lo mismo;
Nada diferente
de lo que hay en uno,
se encuentra
en el otro lugar.
Ya lo había
dicho el mensajero Hermes....
como es
adentro es afuera,
como es arriba
es abajo, y viceversa.
Lo que se
siembra se cosecha,
lo que se
hace, o da,
se recibe
acrecentado.
Causa y
efecto,
siembra y
recogida,
pensamientos y
sentimientos,
crean la
propia realidad,
por la ley de
atracción.
Lo semejante atrae lo semejante.
Polos opuestos jamás se juntan.
Palabras y
acciones,
crean el
propio destino,
por la ley del
karma,
que no inhibe
el libre pensamiento.
El dolor es un
maestro que guía,
la vergüenza,
otro que advierte,
si escuchas,
evitas el error,
si dejas de
hacerlo, el dolor te enseña.
Placer y dolor
permiten diferenciar,
lo justo y lo
acertado, pero también,
el camino que
hay que dejar de lado,
la senda que
es preciso seguir,
en la eterna
vuelta a casa.
Eterno retorno:
los antiguos percibieron,
con realismo
la verdad en la estación de turno;
nunca la
verdad total, porque, siempre hay algo más allá.
Es como el
Tao, que no es el que se puede expresar,
porque Tao es
todo lo que existe, ahora,
y lo que
puede, existir, en el eterno presente.
Cuál es la
diferencia?
La
experiencia, es lo que distingue,
un estado de
conciencia, de otro.
Todo está
dentro, en análoga esencia,
igual que la
Divinidad. No hay diferencia, o sí?
La diferencia
es solo la experiencia, mayor o menor,
en todas sus
vertientes, y variantes.
Estados de
conciencia y estaciones.
El amor es un
estado de conciencia;
la justicia,
también,
la belleza es
el atributo divino
que expresa la
eterna luz.
La fortaleza y
la templanza,
la serenidad y
la sonrisa,
la luz en la
mirada lo dice todo,
el valor y el
miedo,
que el otro
puede percibir,
respetando, o,
dejando de percibir
la verdad, más
allá de las apariencias.
El velo de la
separación,
inhibe la
percepción de los atributos divinos,
al reconocer
éstos, aunque en esencia fugaz,
se percibe que
no hay diferencia
entre la
fuente, o Divinidad,
el caminante,
y la meta.
Entonces, cuál
es la diferencias?
Hay diferencia?
Sí, la hay: es
la experiencia.
Es el anhelo
de ser transformado en pensamiento,
sentimiento,
palabra y acto, en cada recodo del eterno surco,
que conduce a
casa.
Después de
tanto andar, y afanarse,
se percibe,
que ya, se estaba en casa, aquí y ahora.
Que dentro
está el eterno poder,
y la sabiduría
infinita, que las necesidades expresan,
optimizando la
experiencia, y la aptitud,
en un abrir y
cerrar de ojos.
Qué es la experiencia?
Y, la aptitud?
Ambas expresan
la capacidad perceptiva,
comprensiva y
realizadora, en determinado grado,
en los estados
de conciencia,
y en las
infinitas estaciones del Espíritu.
También, la
facultad de dejar de hacer.
Hay libre
elección, o albedrío.
La experiencia
es el salario cósmico,
es el pago que
se percibe, aún sin recibir pago alguno.
La
trascendencia del acto contiene su compensación.
La ley de
afinidad, sustentada por la justicia,
ordena el
universo y todo lo que él contiene.
Cada quien,
automáticamente, es ubicado en el orden justo y perfecto, en armonía con todos
y con el todo.
Es salario
cósmico.
De nada sirve
quitar lo que pertenece a otros,
siempre hay
que pagarlo; en fin, a sí mismo se despoja.
En cambio,
quien da, asegura recibir.
La riqueza
suprema consiste en todo lo que se ha dado,
ya que, son
semillas sembradas en el infinito,
que regresan
como frutos, en el eterno granero,
disponibles
para seguir usufructuando y dar, aún más.
Quién es el
que da? Acaso eres tú?
O lo que tú
das no es la eterna provisión que la Divinidad
te otorga
antes de que surja la necesidad,
si tú no
cierras la puerta?
Quien mantiene
la puerta abierta para dar, ésta, también,
lo estará para
recibir.
Experiencia,
justicia, afinidad, trabajo, siembra, cosecha,
son surcos del
amor universal, ley suprema, divina proporción.
En cualquier
lugar, la experiencia es la misma:
la fuerza que
a cada quien sostiene.
También, es la
luz que ilumina el camino.
Proviene de la
misma fuente, a la que conduce, de nuevo.
Ya hemos
llegado; jamás hemos salido, y sin embargo,
cuánto hemos
caminado, pero, mucho más es lo que falta,
en el eterno
camino de retorno. Una paradoja.
Sosegados,
iluminados los estados de conciencia,
por los
atributos divinos, en la conciencia,
eterna réplica
de la de la Divinidad, en cada ser,
en los cuatro
reinos naturales.
Acaso no has
contemplado aún, que la misma esencia
late en cada
ser: hombre, animal, planta o mineral?
Que diferencia
hay?
No has
percibido que son surcos del amor universal,
que expresan
el eterno anhelo de la Divinidad, de ser,
pensar,
sentir, hacer.....
Porque, aún la
Divinidad, que todo lo ha desarrollado, en las infinitas vertientes, y
variantes,
aún precisa
adquirir nuevas experiencias,
porque,
siempre hay un más allá.
La Divinidad
es expresión de todo lo que existe,
y llegará a
existir, en la eterna polarización,
en los ilimitados
surcos del retorno a la fuente,
por el amor,
supremo poder, infinita sabiduría,
de los
atributos divinos.
Acaso no los
has reconocido, aún, en ti?
Dónde está la
separatividad?
Rasga el velo
por la purificación de la conciencia,
para que fluya
la luz, viendo claramente
donde darás el
siguiente paso,
y los que
vienen, aún después......uno a la vez,
por cuanto
todo gira en la unidad.
Gracias, Eloí,
Ser Universal, por tu Bondad infinita,
expresada en
cada ser, como Rueda que gira,
en movimiento
eterno, acompañándote a ti mismo, en cada expresión de Ti mismo, sin
diferenciación,
sin separación,
y sin dejar de ser Tú mismo,
en la
diversidad, aquí y ahora, y siempre.
Gracias, te
amo.....el amor es el supremo tesoro, poder, sabiduría, belleza, justicia,
amistad, armonía, orden, creación, cambio, progreso, variedad, perfección
siempre perfectible, felicidad, o estado de conciencia, estación ascendente, en
los eternos surcos...de la experiencia, de la creación perenne.
Era un
domingo, hace mucho tiempo,
a las diez de
la mañana.
Mientras estas
ideas fluían,
la inmensidad
del universo
parecía
esbozarse ad infinitum...
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