CORRESPONDENCIA
©Giuseppe Isgró C.
Escudero,
-dice Hidalgo:
Hace
algún tiempo, planteaste la importancia que disertáramos sobre Hermes
Trismegisto y su Doctrina Hermética.
Ya
hemos hecho un análisis de los 23 aspectos del principio de correspondencia.
A
ti, Escudero, después de haber reflexionado sobre dichas vertientes y
variantes, se te ha ocurrido alguna nueva interrelación relativa al principio
de correspondencia?
-Sí,
-Hidalgo, responde Escudero. Me ha venido a la mente, como una inspiración, la
perspectiva de la correspondencia existente entre la Divinidad y cada uno de
los seres de los cuatro reinos naturales: Humano, animal, vegetal y mineral.
-Podrías,
tú, Hidalgo, hoy, hablarme sobre este importantísimo tema, para comprender bien
estas nuevas variantes y vertientes que estamos percibiendo?
-Con
gusto lo haré, Escudero, y te felicito por tú aguda percepción. No se porqué me
parece que tú ya conoces, o intuyes la respuesta. Juntos hemos realizado
múltiples jornadas y escudriñado incontables temas gracias a tu insaciable
curiosidad y anhelo de conocer. Escucha con atención:
Efectivamente,
existen niveles de correspondencia entre los seres de los cuatro reinos
naturales: Humano, animal, vegetal y mineral.
En
cada ser se expresa la misma Divinidad sin separarse de la Divinidad, y sin
dejar de ser la Divinidad.
En
cada ser existen los mismos atributos que los de la Divinidad y el mismo poder
creador en estado de potencialidad infinita.
Esa
correspondencia es análoga entre los atributos de cada ser en los cuatro reinos
naturales y los atributos de la Divinidad; en todos, incluyendo la Divinidad,
los valores o atributos divinos y el poder creador se encuentran en estado de
Potencialidad infinita, ya que, aún en la Divinidad, que posee los atributos
divinos desarrollados –en grado infinito- en todas las vertientes y variantes,
se encuentran en estado de potencialidad infinita.
Esto,
debido a que, pese a la inmensa expresión de dichos atributos, en la eternidad
pasada, aún quedan por expresarse, en grado infinito, en la eternidad futura,
en tiempo presente. Es decir, siempre se encuentran en estado de potencialidad
infinita.
Esa
potencialidad infinita se expresa en lo infinitamente pequeño y en lo
infinitamente grande, en todas las vertientes y variantes y en cada uno de los
seres emanados a la conciencia individual a partir de la Divinidad, y aún, en
la Divinidad.
Es
una correspondencia perfecta, en cada ser de los cuatro reinos de la
naturaleza, y en la interrelación entre ellos y cada uno de ellos con la
Divinidad. Las necesidades, los deseos, anhelos, propósitos, objetivos,
decisiones, o ausencia de decisiones, activan esas correspondencias,
fundamentalmente por intermedio de los valores universales, o atributos
divinos: Amor, afinidad, prudencia, justicia, fortaleza, templanza y belleza y
sus inherentes valores interrelacionados, o subordinados, en todos los estados
de conciencia y en respectivas las estaciones, o grados de expresión.
Sin
importar la función en que se encuentre ubicado cada ser, en la marea alta y en
la baja, de la vida, siempre es la misma Divinidad la que se expresa por
intermedio de algunos de sus atributos divinos y con determinado grado de poder
creador, de acuerdo a la magnitud de la situación experimentada, para obtener
la experiencia inherente, y el desarrollo de la aptitud perceptiva, comprensiva
y realizadora.
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