PAGAR
EL PRECIO: VALOR POR VALOR
©Giuseppe
Isgró C.
Escudero,
-dijo Hidalgo:
El drama
de la humanidad es que mucha gente, -no toda, por supuesto, ya que en nada se
puede ni se debe generalizar-, quiere viajar en primera clase pagando billete
de segunda.
Quienes
de alguna manera lo logran, se vuelven intransigentes, y son los que más exigen
traspasando todos los límites de la tolerancia.
Por
eso, Escudero, porque quieren tener más de lo que desean pagar, aún, precisan
desarrollar el sentido de la medida, y aprender a respetar, valorando los
derechos ajenos. Hay que pagar exactamente lo que valen las cosas que se
anhelan, en todos los ámbitos de la vida.
Es
bueno aspirar a lo mejor; pero la prudencia sugiere mantenerse en los límites
de lo corresponde: Pagar el precio de lo que valen las cosas, en los mismos niveles
de exigencia con que las anhelamos, o desistir de poseerlas.
Siempre
hay un margen para tolerable y decente para la negociación, cuyos límites es
preciso respetar, dejando de trascenderlos, manteniéndose dentro de los límites
correctos.
Es
oportuno aspirar a ir en primera clase en la vida, ya que así es como actúa la
naturaleza. Empero, como decía Emerson: -"Toma lo que quieras y paga el
precio". Tiempo, dedicación, estudio, trabajo, siembra, dinero, en forma
de honorarios justos, y un sinnúmero elementos más.
Viajar
en primera clase, en la vida, implica vivir con con pensamientos, sentimientos,
palabras y actos enmarcados dentro de los parámetros de los valores
universales. Eso incluye la justicia, el respeto, la valoración justa de lo que
valen las cosas, para todas las partes involucradas, y pagarlas, o abstenerse
de querer usarlas o aprovecharse de ellas. Al final siempre se paga un precio:
digno o indigno, de acuerdo al propio grado de dignidad personal, o
auto-estima. Para tener auto-estima y dignidad personal elevada, es preciso,
antes, respetarse a sí mismo. Si existe, en la persona, auto-respeto, se
respetará, también, toda expresión de vida, o ser, en cualquiera de sus
infinitas expresiones. Es vivir una vida con valores esenciales, en forma
justa y perfecta, aunque siempre perfectible ad infinitum.
En
todos los niveles de la existencia humana se puede y debe vivir en primera
clase, en armonía con la naturaleza, pagando el respectivo precio, valor por
valor.
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