EL HOMBRE, EN ESENCIA, ES BUENO
©Giuseppe Isgró C.
Escudero, -dijo Hidalgo:
Como expresaba Cervantes al final
del Quijote, el hombre, en esencia, es bueno.
Prentice Mulford, decía: -“Por el
más sabio de los egoísmos hemos de desear y de expresar cordial y sinceramente
que todas aquellas personas que nos rodeen o estén asociadas con nosotros gocen
de una fortuna y de una felicidad iguales a las nuestras”; y yo agregaría, Escudero,
inclusive mejor que la nuestra.
Luego, Prentice Mulford, agrega: -“La
corriente mental de la bondad es el más fuerte de los poderes espirituales”.
Es la Regla de Oro, en esencia:
-“Hacer a los demás lo mismo que quisiéramos para nosotros en idénticas condiciones”.
O, como decía Confucio, uno de los mayores maestros de todos los tiempos, en el
planeta tierra: -No hagas a los demás lo que no quieras para ti”.
En fin de cuentas, Escudero: -No
deja de ser, en esencia, el dilema tan sabiamente relatado por Platón, o Aristocles, que era su verdadero nombre,
sobre la Justicia, una de las virtudes fundamentales que es preciso cultivar,
junto con la vergüenza, verdaderas maestras de la vida, sin las cuales es
imposible que se pueda expresar, a plenitud, el amor, y mucho menos la bondad.
Bondad sin justicia se encuentra disociada de la verdad, es decir: jamás podrá
haber bondad sin justicia, aunque, los grados de expresión son infinitos, y en
algún grado, de acuerdo a los estados de conciencia, y de las estaciones de la conciencia,
siempre, en algún grado, todos los seres, en los cuatro reinos naturales, la
pueden expresar, ad infinitum, gradualmente. Es el camino del eterno retorno de
la experiencia del ser individual hacia el Ser Universal. Como expresaba el
antiguo precepto que Abraham ponía en boca del Creador Universal: -“Y cuando
seáis sabios volved a mí que siempre os espero”; sabios por la experiencia, por
el amor, por la justicia, por la bondad, por la fortaleza, por la templanza,
por la belleza, por la dignidad y por la humildad. Adelante.
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