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viernes, 10 de abril de 2020

LOS LÍDERES




LOS LÍDERES

©Giuseppe Isgró C.


Los líderes, los ejecutivos y cualquier profesional, estudiante, trabajador y persona en general, son evaluados por los resultados y por su credibilidad. La Escuela legalista china, hace un poco más de 2.000 años, sostenía que un gobernante no precisaba ser un hombre muy preparado, pero sí rodearse de hombres preparados y tener un buen sistema de premios y castigos. Al requerir colaboradores, los primeros en presentarse serán los menos competentes, y ciertamente, dejaran de hacer las cosas bien. En ese caso, se les castiga severamente, por haber asumido compromisos para los cuales sabían que no estaban preparados. Al observar el resto de la gente incompetente como los imprudentes son castigados, dejarán de presentarse para asumir un cargo en el gobierno. Darán paso a la gente que sí está preparada. Al premiar a los cooperadores que sí lo hacen bien, los profesionales de alto nivel, viendo que el gobernante de turno tiene la capacidad de reconocer, y premiar, cuando las cosas se hacen bien, darán un paso adelante para brindar su apoyo y cooperación. Premios y castigos alejan a los malos funcionarios y atraen a los buenos y esto se aplica en todos los niveles de mandos altos, medios y bajos. Al poco tiempo, se tendrá un gobierno en perfecto funcionamiento.
Decía Confucio, en su tratado El ta-hio -o El gran estudio-, lo siguiente: -“Ante todo hay que conocer el objeto al que debemos atender, o sea nuestro destino definitivo, y tomar acto seguido una determinación –propósito-; una vez tomada esa determinación, -propósito-, se puede tener ya el Espíritu sereno y tranquilo; cuando el Espíritu está sereno y tranquilo, se puede ya gozar de aquel reposo inalterable que nada puede turbar; cuando se goza de aquel reposo inalterable que nada puede turbar, podemos ya meditar y formarnos un juicio acerca de la esencia de las cosas; y cuando nos hemos formado un juicio acerca de la esencia de las cosas, podemos ya alcanzar el estado de perfeccionamiento que habíamos deseado”-. Luego, agrega: -“Los seres de la naturaleza tienen una causa y unos efectos; las acciones humanas tienen un principio y unas consecuencias. Conocer las causas y los efectos, los principios y las consecuencias, es como acercarse mucho al método racional con el cual se alcanza la perfección”-.
Es preciso que nuestras intenciones, al forjar cualesquiera propósitos, se correspondan con los elevados valores universales de la justicia, del amor, de la belleza, de la fraternidad, de la solidaridad y del servicio recíproco, en armonía con la práctica de todas las virtudes y con los planes trazados por el Supremo Artífice en el concierto universal.
Debería fundarse, a nivel mundial, universidades para formar gobernantes a todos los niveles, y que, al elegir a un Presidente o Ministro, o cualquier otro funcionario, por su preparación, sea quien fuere esta persona, lo hará bien, o medianamente bien. El proceso gerencial, las toma de decisiones, el método científico de resoluciones de situaciones, una excelente visión y percepción de la realidad, y una conciencia intuitiva correctamente desarrollada, permiten, todos los casos, elegir el curso de acción que mejor aporte los resultados esperados, o los efectos negativos de menor impacto, en casos de resultados menos favorables.
No se concibe que, a nivel mundial, y sin alusiones personales a ningún líder en particular, -los ejemplos son conocidos por todos, en todos los países, ya que se trata de una situación similar global-, que una persona que sería incapaz de gerenciar o administrar una bodega, asuma la presidencia de un país para lo cual, cualquier líder precisa 30 años de preparación previa, es decir, el trabajo de toda una vida de estudio y preparación, para alcanzar niveles elevados de competencia como Estadista con visión geopolítica y capacidad para administrar con visión de por lo menos de 60 años por delante de desarrollo. Un líder debe dominar a la perfección los ciclos históricos, los ciclos económicos, -menosres, tres o cuatro años, mayores, de 8 a 12 años, y los de largas oscilaciones, 60 años por delante-, además de una licenciatura en Derecho, debe tener una licenciatura en Geografía Económica, una especialización en Derecho internacional, otra, en Economía, una especialización en Psicología, otra en marketing social, otra en publicidad, otra en gerencia, otra en valores, entre tantas otras, tener una visión general de la historia universal, de la historia patria, conocer los clásicos, los ensayos de los principales pensadores de todos los tiempos y países, y un largo etcétera.
Antonio Canova del Castillo, insigne político español que copó la escena política de la segunda mitad del siglo XIX, en España, tenía una biblioteca de 30.000 volúmenes. El resto de los líderes políticos españoles de la época, incluyendo a Emilio Castelar, -el Demóstenes español - tenían bibliotecas de análoga importancia. En Londres, el venezolano Francisco de Miranda, seguramente uno de los diez hombres más sobresalientes a caballo de los siglos XVIII y XIX, tenía una inmensa biblioteca selecta, en la que por algún tiempo estudió Andrés Bello, que tanto peso, luego, tendría en los destinos de Chile. Simón Bolívar, al rastrear sus lecturas, leyó los clásicos y obras fundamentales, antiguas y modernas, de todos los países, y su visión geopolítica incidió, en el siglo XIX a impulsar la naciente ciencia de la Geopolítica, ya que, se sabe, que los principales exponentes del pensamiento geopolítico, entre ellos, Ratzel, eran lectores de los escritos de Simón Bolívar, por su visión geopolítica.
Un gobernante tiene una inmensa responsabilidad sobre sus hombros y conciencia. Al igual que los sembradores de árboles para obtener la pulpa para el papel cien años después, deben orientar sus acciones de líderes con mira al desarrollo de, por lo menos 60 años por delante, es decir, dos generaciones.
Debe señalar al país en que sentido se oriente el desarrollo de la Nación, para que las nuevas generaciones de profesionales sepan, con tiempo, las carreras entre las cuales deben elegir, a los fines de contribuir con su efectivo aporte.
Esto genera una poderosa motivación hacia el estudio, ya que presenta, para todos, oportunidades de desarrollo para optimizar su aporte, y la calidad de vida que disfrutará en el futuro.
Los líderes del futuro, tendrán una visión clara, del pasado, de por lo menos 25.000 años de historia; y una visión del futuro, al igual que los grandes utopistas del siglo XX, de igual período de tiempo, hacia adelante, lapso necesario para gestar una nueva y auténtica edad de oro, base sobre la cual se desarrollará la humanidad en el planeta tierra, a los niveles idóneos que se correspondan con los planes cósmicos. Esos niveles elevados ahora son inimaginables, ya que nada igual, hasta ahora, se ha visto. Esta visión de auténtico liderazgo evitaría que mucha gente piense que el grueso de la humanidad evolucionará a nuevos estados de conciencia, casi de la noche a la mañana, sin haber dedicado el tiempo suficiente. La naturaleza no da saltos; pero, los líderes preclaros, contribuirán a crear las condiciones idóneas para que esa edad de oro se pueda gestar en torno al año 30.000 de nuestra era. Ese tipo de líder es hoy, virtualmente, inexistente. Sin embargo, han existido a lo largo de la historia en muy pequeña escala. El salmista (salmo 105) que hablaba de las mil generaciones por delante, tenía las ideas claras de esta visión histórico-espiritual en el desarrollo de la humanidad.
Un buen gobernante debe tener desarrollado el sentido común, y sobre todo, el sentido de la vergüenza y el decoro y hacer de los valores, su guía para la práctica virtuosa del ejercicio del poder.
Los jóvenes que aspiran incursionar en la política para alcanzar funciones de poder a corto plazo, sin la debida preparación, no tienen ninguna posibilidad de trascender. Deben establecer una curva de resultados enfocada a 30 años por delante, y prepararse, creando un equipo de personas y contribuir a su formación, con mira al futuro.
Los líderes de turno, debe contribuir a crear las generaciones de relevo; no hacerlo, significa tener grandes lagunas de liderazgo que atentan contra la continuidad de un desarrollo efectivo. Pero, los grupos de poder, queriendo concentrar su ejercicio en sus propias manos, inhiben el desarrollo de sus líderes seguidores, y a la larga, se quedan sin seguidores de envergadura, lo que significa su salida del poder necesariamente, por incompetencia generacional.
Recordemos, en Venezuela, un caso de superación de crisis profunda: en el segundo gobierno de Carlos Andrés, las reservas internacionales dejadas por el gobierno anterior, de Jaime Lusinchi, eran de 300 millones de Bolívares. Miguel Rodríguez, aplicando un efectivo proceso de estabilización económica que no es el caso de explicar aquí, en apenas 30 meses, logró elevar las reservas internacionales a 13.000 millones de dólares. Es ahí la importancia de los gobernantes de turno, rodearse de los mejores colaboradores posible, en cada época, cosa que sí hizo, al inicio del siglo XX, en Venezuela, Juan Vicente Gómez, con cuya acción política unificó al país, pagó la deuda externa, había seguridad, y pese a que no nos agradan, a la inmensa mayoría, gobiernos de corte autoritario como el de Gómez, y pese a no ser un hombre muy instruido, sí era muy inteligente, -no vivo- al rodearse de un ministro de educación como, en primer lugar, González Guinán, y después, José Gil Fortoul, Eleazar López Contreras, como Ministro de Marina y Guerra, gente preparada y de elevados valores morales, el país dio inicio a una nueva etapa de progreso, superando la debacle del anterior presidente, Cipriano Castro, que dejó a Venezuela en una situación verdaderamente inadecuada.
Venezuela ha dado grandes líderes, y maestros de la Patria, que son verdaderos paradigmas vigentes: Miranda, Bolívar, Andrés Bello, José Antonio Páez, Sucre, Urdaneta, José María Vargas, Miguel Peña, Fermín Toro, Cecilio Acosta, Rafael María Baralt, entre tantos otros.
Pero, un líder precisa conocer el aporte de los maestros de la humanidad de todos los países y tiempo, para alcanzar una visión trascendental.
Una reflexión a vuela pluma que revisaré, para desarrollar su contenido. 13-02-2016.


COMENTARIO CON OCASIÓN DEL ARTÍCULO DE JUAN LISCANO

COMENTARIO
CON OCASIÓN DEL ARTÍCULO
DE JUAN LISCANO

©Giuseppe Isgró C.

Hemos compartido el artículo sobre Juan Liscano, de Rafael Arráiz Lucca, uno de los grandes ensayistas contemporáneos. En Venezuela está realizando una gran labor rescatando la memoria histórica. Escribe ensayos sobres grandes personajes venezolanos de los últimos 200 años. En esta ocasión, lo hizo sobre Juan Liscano. La obra de Liscano es fundamental leerla por la visión de la cultura patria y universal que se refleja en sus ensayos y poesías. Liscano, al igual que otros insignes intelectuales venezolanos, son pensadores integrales, con múltiples intereses por escudriñar lo que de valor existe en la cultura universal, en las diferentes corrientes de pensamiento. Han sido, estos Maestros de la Patria, conciencias vivas de su tiempo, que sigue siendo el nuestro.
 Su visión es una guía certera para las nuevas generaciones y para nosotros mismos. Dado que, en los últimos 20 años, se ha descuidado en determinado grado, estimo que erróneamente, la difusión de estos grandes valores humanos, en el argot uslar-pietriano. Las nuevas generaciones ignoraran quienes han sido muchos de estos pensadores, y mucho menos habrán leído sus obras como debieran hacerlo. En una época en que proliferan líderes con ausencia de visión correcta y de mensajes auténticos hacia la búsqueda del progreso de las sociedades que lideran, aunque muchos de ellos crean otra cosa, -y esto es un fenómeno mundial, en mayor o menor grado-, es preciso estimular el interés por la lectura de las obras de los grandes pensadores patrios, respectivamente, en cada país.
 Contemporáneamente, hay que leer a los grandes autores clásicos y ensayistas de todos los países y épocas. Ellos son los maestros que fungen de guías en épocas oscuras, u oscurantistas, y en épocas luminosas que siempre vuelven a proliferar. Es un error fundamental, en vez de desarrollar el recurso humanos de sus respectivos países, inhibir tanto la libertad de pensamiento, como la difusión del conocimiento libertador, por temor a desarrollar a los líderes que competirán con ellos en el futuro. Quien piense de esa manera, deja de cumplir su rol de líder auténtico en sus funciones.
 El líder de excelente visión busca preparar con tiempo a las generaciones que puedan sucederle oportunamente. No desea perpetuarse en un cargo de poder indefinidamente, ya que su visión le impele a pasar a la fase siguiente de su desarrollo. Hacerlo diversamente, significa pagar un elevado costo. Claro, en la edad media, era otra cosa; pero nos encontramos en el siglo XXI en el que se creían superadas algunas situaciones arcaicas. A los líderes de escasa visión de entonces no les importaba inhibir la libertad de pensamiento. Pero, los tiempos han cambiado. El líder efectivo, ahora, procura no incurrir en dicho error. Los líderes son educadores natos de las nuevas generaciones colocadas por la naturaleza de las cosas bajo su égida. Como, por ejemplo, Simón Bolívar, Andrés Bello y Carlos Andrés Pérez; éste último, uno de los mejores del siglo XX, -junto con Rómulo Betancourt y Rafael Caldera, entre otros-, con las Becas Gran Mariscal de Ayacucho, envió a miles de venezolanos a prepararse en las mejores universidades del mundo.
 Observé, por ejemplo, en España, que muchos leen solamente a escritores españoles y a unos pocos latinoamericanos. Pocos leen obras de auto-ayuda, por estimar que nadie tiene porque enseñarle como dirigir sus vidas. Pude ver que ocurría, igualmente, con personas de otros países, aunque en menor grado. Pero su visión de la vida, de la historia y del mundo adolece de diversas fortalezas. Son matrices dirigidas intencionalmente para mantener encajonados a los pueblos, para que no vean otras posibilidades de progreso. Es un error, por supuesto. Hay que estimular a la lectura amplia y variada de las obras de autores del propio país y las de todos los demás países. Es un legado que pertenece a todos.
 En América Latina, más que en cualquier otra parte del mundo, se leen las obras de todas las culturas y países. Seguramente, no sería exagerado decir que en Latino América se lee el Quijote más que en España, pero, con toda seguridad, no menos que en España. Así ocurre con los clásicos universales. Por eso la visión cultural de Latino-América es más universalista que en cualquier otro lugar del planeta.
 Por eso, los grandes líderes del futuro, tendrán un perfil iberoamericano.
Pero, hay algunos países, que temporalmente, por el liderazgo con insuficiente visión del progreso a que está destinada América Latina, en general, han puesto poco énfasis en estimular el conocimiento de las obras de los padres de la Patria.
 El interés por corregir dicho error, redundará en beneficio de la amplia visión que caracterizará a las generaciones emergentes, que tendrán la inmensa responsabilidad de guiar los destinos de sus respectivas patrias, en una época de mayor competencia, por el entorno internacional cada vez preparado con una excelencia que es deseable, también, para nuestras respectivas naciones.
Caso contrario, se le hará un gran daño a los países que le toque ser dirigidos por líderes insuficientemente preparado para el rol inherente. Es importante recordar: los líderes de turno pasarán, algunos con mayor pena que gloria, otros con la gloria merecida, Cada quien recogiendo lo que siembra, no otra cosa.
 Por la infinita sabiduría de la vida, que pone un coto a la existencia humana, todo líder, aunque no lo quiera, llega el día en que tendrá que dejar su lugar a otro que le sustituya. Caso contrario, tendríamos tiranos como Nerón, y Dionisio de Siracusa, todavía atormentando a sus respectivos pueblos. Y, como decía, con profunda agudeza, Cervantes, en su inmortal Quijote: El otoño sigue al invierno, el invierno a la primavera, la primavera al verano, y cada estación va dejando el paso a la nueva, y así se renuevan las condiciones de vida, en cada lugar. Sobre el fango de los ríos florece la flor de loto. El estiércol que dejan los líderes que agobian indebidamente a sus respectivos pueblos, será descartado por infértil. Se buscará otra clase de abono, o fertilizante, para que las nuevas generaciones puedan construir nuevas eras de progreso. Progreso que todos, ahora, anhelan, y anhelamos, pero que, es preciso trabajar para que esos ideales se hagan realidad. Estos son tiempos de cambio y hay que pensar en el progreso futuro a que están destinados nuestros países, en Latino-América. Hay que prepararse para tiempos mejores, que llegarán con oportunidades que en igual grado no los tendrá ninguna otra región.
 Los líderes son valuados por sus resultados; a los ineficientes, la historia los olvidará pronto. En cambo, los que obtienen grandes logros, será tenidos por modelos a emular.
 Igual ocurre con la historia. Nadie recuerda al Último realista, del siglo XIX, que tuvo en jaque a Venezuela durante 25 años, desde 1821 a 1846. Bolívar no pudo con él; pero, sí José Antonio Páez. Salvo unos pocos estudiosos, nadie recuerda el nombre de José Dionisio Cisneros. De Boves, el azote de Venezuela, -de quien solamente O´Leary relata las inmensas atrocidades que realizó por las ciudades del país, por aquellos años terribles de la segunda década del siglo XIX-, lo único que la gente recuerda, es que encontró su “estate quieto”, en Úrica; nada más.
 Poco después, surgiría, en los Llanos, un líder que sí amaba a Venezuela. Se le dieron varios apodos símbolo de la gloria cosechada: El León de Payara, el Centauro de los Llanos, el Ciudadano Esclarecido, el Fundador del Poder Civil, y el artífice principal de la Independencia de Venezuela. José Antonio Páez, en la Batalla de las Queseras del medio, con 153 hombres diezmó un ejército de 7.000 hombres al mando de Pablo Morillo. Bolívar, que contempló la batalla desde las copas de un árbol, al finalizar la contienda, elogió la misma como la mayor hazaña de la historia.
 Ese joven brillante, Páez, estaba consciente de que tenía un rol importante que jugar a favor de Venezuela y lo dio todo por la Patria, en forma inteligente, preparándose a tiempo, en cada faceta que le tocó vivir, rectificando de sus errores, cuando incurrió en alguno.
 Los tiempos cambian, y la gente que se encuentra al frente de las situaciones, también. Son los líderes situacionales que van emergiendo y sustituyendo a los anteriores. Uno se pregunta: Para quien trabaja el cachicamo? Y el otro, suele contestar: Cachicamo trabaja pa´lapa.
 El líder eficiente, mira por delante, en progreso, por lo menos 60 años, señalando el camino hacia donde se orienta el progreso, para que los jóvenes puedan prepararse, con tiempo, para las oportunidades que se irán presentando para todos.
 Hay quien siembra árboles para obtener pulpa para el papel que se fabricará dentro de cien años, -que no serán ellos mismos en cosechar los frutos de su esfuerzo e inversión-. Pero, si no lo hicieran así, ahora, dentro de cien años, habría un deficit de árboles para obtener la pulpa de papel que difícilmente podría llenarse. Así ocurrirá con nuestros países si se interrumpe el proceso del progreso cuando algunos liderazgos dejan de corresponderse con las inquietudes de los tiempos. Dentro de cierto tiempo los líderes actuales dejarán de estar en el escenario y los países se encontrarán muy atrasados en relación con los del resto del mundo. A quién le importa eso? A muchos más de lo que pueda pensarse. A cada uno que ama su país y anhela lo mejor. A sus hijos y nietos. Y, a millones de Espíritus prontos por encarnar, a corto, mediano y largo plazo, que anhelan que las cosas vayan en determinadas direcciones. A mis hijos, a mis nietos a mis amigos, sí les importa porque aman su país.
 Cada quien recoge lo mismo que ha sembrado. Alguien lo duda? El futuro siempre es mejor que el pasado, a pesar de las apariencias. La primavera está próxima, confía que esta vez no dejará de volver a aparecer. Siempre ha sido así. Leamos a los maestros de la Patria para montarnos sobre hombros de gigantes, y así potenciar la propia visión viendo lo que los más ilustres de la historia han visto. 
Adelante.