LOS LÍDERES
©Giuseppe Isgró C.
Los líderes, los ejecutivos y cualquier profesional,
estudiante, trabajador y persona en general, son evaluados por los resultados y por su credibilidad. La Escuela legalista china, hace
un poco más de 2.000 años, sostenía que un gobernante no precisaba ser un
hombre muy preparado, pero sí rodearse de hombres preparados y tener un buen
sistema de premios y castigos. Al requerir colaboradores, los primeros en
presentarse serán los menos competentes, y ciertamente, dejaran de hacer las
cosas bien. En ese caso, se les castiga severamente, por haber asumido
compromisos para los cuales sabían que no estaban preparados. Al observar el
resto de la gente incompetente como los imprudentes son castigados, dejarán de
presentarse para asumir un cargo en el gobierno. Darán paso a la gente que sí
está preparada. Al premiar a los cooperadores que sí lo hacen bien, los
profesionales de alto nivel, viendo que el gobernante de turno tiene la
capacidad de reconocer, y premiar, cuando las cosas se hacen bien, darán un
paso adelante para brindar su apoyo y cooperación. Premios y castigos alejan a
los malos funcionarios y atraen a los buenos y esto se aplica en todos los
niveles de mandos altos, medios y bajos. Al poco tiempo, se tendrá un gobierno
en perfecto funcionamiento.
Decía Confucio, en su tratado
El ta-hio -o El gran estudio-, lo siguiente: -“Ante todo hay que conocer el
objeto al que debemos atender, o sea nuestro destino definitivo, y tomar acto
seguido una determinación –propósito-; una vez tomada esa determinación,
-propósito-, se puede tener ya el Espíritu sereno y tranquilo; cuando el
Espíritu está sereno y tranquilo, se puede ya gozar de aquel reposo inalterable
que nada puede turbar; cuando se goza de aquel reposo inalterable que nada
puede turbar, podemos ya meditar y formarnos un juicio acerca de la esencia de
las cosas; y cuando nos hemos formado un juicio acerca de la esencia de las
cosas, podemos ya alcanzar el estado de perfeccionamiento que habíamos
deseado”-. Luego, agrega: -“Los seres de la naturaleza tienen una causa y unos
efectos; las acciones humanas tienen un principio y unas consecuencias. Conocer
las causas y los efectos, los principios y las consecuencias, es como acercarse
mucho al método racional con el cual se alcanza la perfección”-.
Es preciso que nuestras
intenciones, al forjar cualesquiera propósitos, se correspondan con los
elevados valores universales de la justicia, del amor, de la belleza, de la
fraternidad, de la solidaridad y del servicio recíproco, en armonía con la
práctica de todas las virtudes y con los planes trazados por el Supremo
Artífice en el concierto universal.
Debería fundarse, a nivel
mundial, universidades para formar gobernantes a todos los niveles, y que, al
elegir a un Presidente o Ministro, o cualquier otro funcionario, por su
preparación, sea quien fuere esta persona, lo hará bien, o medianamente bien.
El proceso gerencial, las toma de decisiones, el método científico de
resoluciones de situaciones, una excelente visión y percepción de la realidad,
y una conciencia intuitiva correctamente desarrollada, permiten, todos los
casos, elegir el curso de acción que mejor aporte los resultados esperados, o
los efectos negativos de menor impacto, en casos de resultados menos
favorables.
No se concibe que, a nivel
mundial, y sin alusiones personales a ningún líder en particular, -los ejemplos
son conocidos por todos, en todos los países, ya que se trata de una situación
similar global-, que una persona que sería incapaz de gerenciar o administrar
una bodega, asuma la presidencia de un país para lo cual, cualquier líder
precisa 30 años de preparación previa, es decir, el trabajo de toda una vida de
estudio y preparación, para alcanzar niveles elevados de competencia como
Estadista con visión geopolítica y capacidad para administrar con visión de por
lo menos de 60 años por delante de desarrollo. Un líder debe dominar a la
perfección los ciclos históricos, los ciclos económicos, -menosres, tres o
cuatro años, mayores, de 8 a 12 años, y los de largas oscilaciones, 60 años por
delante-, además de una licenciatura en Derecho, debe tener una licenciatura en
Geografía Económica, una especialización en Derecho internacional, otra, en
Economía, una especialización en Psicología, otra en marketing social, otra en
publicidad, otra en gerencia, otra en valores, entre tantas otras, tener una
visión general de la historia universal, de la historia patria, conocer los
clásicos, los ensayos de los principales pensadores de todos los tiempos y
países, y un largo etcétera.
Antonio Canova del Castillo,
insigne político español que copó la escena política de la segunda mitad del
siglo XIX, en España, tenía una biblioteca de 30.000 volúmenes. El resto de los
líderes políticos españoles de la época, incluyendo a Emilio Castelar, -el
Demóstenes español - tenían bibliotecas de análoga importancia. En Londres, el
venezolano Francisco de Miranda, seguramente uno de los diez hombres más
sobresalientes a caballo de los siglos XVIII y XIX, tenía una inmensa
biblioteca selecta, en la que por algún tiempo estudió Andrés Bello, que tanto
peso, luego, tendría en los destinos de Chile. Simón Bolívar, al rastrear sus
lecturas, leyó los clásicos y obras fundamentales, antiguas y modernas, de
todos los países, y su visión geopolítica incidió, en el siglo XIX a impulsar
la naciente ciencia de la Geopolítica, ya que, se sabe, que los principales
exponentes del pensamiento geopolítico, entre ellos, Ratzel, eran lectores de
los escritos de Simón Bolívar, por su visión geopolítica.
Un gobernante tiene una
inmensa responsabilidad sobre sus hombros y conciencia. Al igual que los
sembradores de árboles para obtener la pulpa para el papel cien años después,
deben orientar sus acciones de líderes con mira al desarrollo de, por lo menos
60 años por delante, es decir, dos generaciones.
Debe señalar al país en que
sentido se oriente el desarrollo de la Nación, para que las nuevas generaciones
de profesionales sepan, con tiempo, las carreras entre las cuales deben elegir,
a los fines de contribuir con su efectivo aporte.
Esto genera una poderosa
motivación hacia el estudio, ya que presenta, para todos, oportunidades de
desarrollo para optimizar su aporte, y la calidad de vida que disfrutará en el
futuro.
Los líderes del futuro,
tendrán una visión clara, del pasado, de por lo menos 25.000 años de historia;
y una visión del futuro, al igual que los grandes utopistas del siglo XX, de
igual período de tiempo, hacia adelante, lapso necesario para gestar una nueva
y auténtica edad de oro, base sobre la cual se desarrollará la humanidad en el
planeta tierra, a los niveles idóneos que se correspondan con los planes
cósmicos. Esos niveles elevados ahora son inimaginables, ya que nada igual, hasta
ahora, se ha visto. Esta visión de auténtico liderazgo evitaría que mucha gente
piense que el grueso de la humanidad evolucionará a nuevos estados de
conciencia, casi de la noche a la mañana, sin haber dedicado el tiempo
suficiente. La naturaleza no da saltos; pero, los líderes preclaros,
contribuirán a crear las condiciones idóneas para que esa edad de oro se pueda
gestar en torno al año 30.000 de nuestra era. Ese tipo de líder es hoy,
virtualmente, inexistente. Sin embargo, han existido a lo largo de la historia
en muy pequeña escala. El salmista (salmo 105) que hablaba de las mil
generaciones por delante, tenía las ideas claras de esta visión
histórico-espiritual en el desarrollo de la humanidad.
Un buen gobernante debe tener
desarrollado el sentido común, y sobre todo, el sentido de la vergüenza y el
decoro y hacer de los valores, su guía para la práctica virtuosa del ejercicio
del poder.
Los jóvenes que aspiran
incursionar en la política para alcanzar funciones de poder a corto plazo, sin
la debida preparación, no tienen ninguna posibilidad de trascender. Deben
establecer una curva de resultados enfocada a 30 años por delante, y
prepararse, creando un equipo de personas y contribuir a su formación, con mira
al futuro.
Los líderes de turno, debe
contribuir a crear las generaciones de relevo; no hacerlo, significa tener
grandes lagunas de liderazgo que atentan contra la continuidad de un desarrollo
efectivo. Pero, los grupos de poder, queriendo concentrar su ejercicio en sus
propias manos, inhiben el desarrollo de sus líderes seguidores, y a la larga,
se quedan sin seguidores de envergadura, lo que significa su salida del poder
necesariamente, por incompetencia generacional.
Recordemos, en Venezuela, un
caso de superación de crisis profunda: en el segundo gobierno de Carlos Andrés,
las reservas internacionales dejadas por el gobierno anterior, de Jaime
Lusinchi, eran de 300 millones de Bolívares. Miguel Rodríguez, aplicando un
efectivo proceso de estabilización económica que no es el caso de explicar
aquí, en apenas 30 meses, logró elevar las reservas internacionales a 13.000
millones de dólares. Es ahí la importancia de los gobernantes de turno,
rodearse de los mejores colaboradores posible, en cada época, cosa que sí hizo,
al inicio del siglo XX, en Venezuela, Juan Vicente Gómez, con cuya acción
política unificó al país, pagó la deuda externa, había seguridad, y pese a que
no nos agradan, a la inmensa mayoría, gobiernos de corte autoritario como el de
Gómez, y pese a no ser un hombre muy instruido, sí era muy inteligente, -no
vivo- al rodearse de un ministro de educación como, en primer lugar, González
Guinán, y después, José Gil Fortoul, Eleazar López Contreras, como Ministro de
Marina y Guerra, gente preparada y de elevados valores morales, el país dio
inicio a una nueva etapa de progreso, superando la debacle del anterior
presidente, Cipriano Castro, que dejó a Venezuela en una situación
verdaderamente inadecuada.
Venezuela ha dado grandes
líderes, y maestros de la Patria, que son verdaderos paradigmas vigentes:
Miranda, Bolívar, Andrés Bello, José Antonio Páez, Sucre, Urdaneta, José María
Vargas, Miguel Peña, Fermín Toro, Cecilio Acosta, Rafael María Baralt, entre
tantos otros.
Pero, un líder precisa
conocer el aporte de los maestros de la humanidad de todos los países y tiempo,
para alcanzar una visión trascendental.
Una reflexión a vuela pluma
que revisaré, para desarrollar su contenido. 13-02-2016.