ESCUDERO,
DIJO HIDALGO,
EL
RESPETO ES LA CLAVE
©GIUSEPPE ISGRÓ C.
Escudero, -dijo Hidalgo-, la clave
es el respeto. Quien irrespeta a otros, especialmente si lo hace en público, es
porque, realmente, no se respeta a sí mismo.
Los Hijos de la Luz son personas
libres y de buenas costumbres. Ser libre significa tener autonomía para decidir
si desea hacer algo o no hacerlo y a los demás debe bastar la comunicación de
lo que se ha determinado hacer sin necesidad de dar explicaciones. Los demás
deben respetar lo que cada quien determine realizar. Es decir, se debe respetar
el libre albedrío con que el Supremo Hacedor dotó a cada quien de tomar sus
propias decisiones. Por esa razón, es importante aprender a decir No para
liberarse de compromisos innecesarios que consumen tiempo solo porque a otros
se le ocurrió que podría disponer libremente del tiempo ajeno. Eso va, también,
con los clientes que quieren disfrutar de un servicio, pero, se rehúsan a pagar
el precio del mismo.
No hay que justificarse, explicando
la razón de porqué se ha tomado determinadas decisiones; simplemente, hay que
comunicar, por ejemplo: -”Apreciado
amigo, hoy me será imposible asistir a esa reunión”. Si el amigo, es un
verdadero amigo, debe aceptar dicha decisión con respeto. Si reacciona de una
manera irrespetuosa, o poco digna, sobre todo si lo hace en público, esa
persona desmerece del vínculo de la amistad, y realmente, no la está honrando.
Por eso, Escudero, los prudentes,
siempre han afirmado: -“Elogia en público, reprende en privado”.
Si en un grupo del que se forma
parte, de trabajo, residencial o social, el líder del mismo, en cada reunión
habla mal de alguien, sin estar presente la persona en cuestión, aléjate de
dicho grupo, porque, de seguro, también lo está haciendo de ti, en tu ausencia.
Ese tipo de líder, Escudero, es denigrante y poco digno de serlo. Es preciso
alejarse de tales grupos, donde, en nombre de la fraternidad, o de la amistad,
se habla mal del amigo, en su ausencia, pero, en su presencia, se le rinde, hipócritamente,
pleitesía.
El mundo, Escudero, presenta muchos
de estos cuadros; pero no hay que generalizar. No todas las personas son así y
hay que saber discernir, bien, para acercarse a los grupos donde impera el
aprecio, el respeto, la amistad y el sentido de la justicia.
El líder, Escudero, debe ser un
factor estimulante del grupo no el destructor del prestigio ajeno; ese no es un
líder. El líder, Escudero, tampoco es un manipulador, que obliga a realizar
tareas que el seguidor no desea hacer, imponiendo sanciones por decidir
diversamente.
Las personas son seres pensantes y
deben decidir libremente lo que desean realizar, sin coacción ajena, y hay que
respetar dichas decisiones. Cada quien cosecha el bien, o lo contrario, de lo
que decide, pero, es su privilegio elegir. Aún en las familias se incurre en el
error de que los padres critiquen a los hijos, generalmente, en público, o con
los amigos, o que, éstos lo hagan con sus progenitores, porque no le dieron lo
que ellos imaginaban que debían darle, pero que, eran pretensiones infundadas,
generalmente. Y los unos se critican a los otros y el respeto a la dignidad
humana aún se tardará muchos milenios en cultivarse en adecuado grado. Cuando
ello ocurra, tendremos una humanidad justa y perfecta.
Aún así, Escudero, cada quien es
utilizado, por el Orden Cósmico, donde le corresponde servir, o beber la sopa
del propio chocolate, ya que, cada quien cosecha lo mismo que siembra.
Escudero, en ausencia del amigo,
hay que hablar bien de él, o callar. Es preciso elogiar en público y no
reprender, ejerciendo presiones manipuladoras que, a todas luces, son
irrespetuosas del vínculo de la amistad, y cuanto más, de la fraternidad.
Es el caso, Escudero, que dichos
líderes se creen la última gota de agua en el desierto, o tenerla, y la
dispensan pretendiendo someter a los demás a sus caprichos. Ese tipo de líder
recibirá lo mismo que proporciona a otros, casi siempre de donde menos lo
espera, pero de una manera efectiva. Pero, aun así, Escudero, tardará largo
tiempo en aprender la lección, por cuanto este tipo de personas se creen dueños
de la verdad, tal como lo sostenía Sócrates. Y a pesar de que el filósofo
ateniense dedicó toda su vida espoleando a sus contemporáneos, como un tábano, 2.400 años después,
cuánto se ha avanzado?
El respeto es la clave, Escudero;
la persona con auto-estima elevada se respeta y respeta a los demás. Decía Benjamín
Franklin: -“Hablaré solamente todo lo bueno que sepa de los demás, o callaré”.
Cuántos, en nombre de la amistad, o
de su pseudo-liderazgo, se permiten descalificar a los demás, o hablar de sus
defectos, públicamente, en ausencia del amigo. Hay que alejarse de tales
personas como de la peste, por cuanto son nocivas. O, algo mejor, Escudero, hay
que llamarle la atención en el mismo instante en que incurren en tales actos
abominables, diciéndole, a la persona en cuestión: -“En ausencia de fulano de
tal, en mi presencia, usted no me habla mal de él, ni de nadie; si tiene algo que decirme de
él, o de alguien, vamos a llamarle y me lo dice en su presencia”.
Hay personas que, por liderar un
grupo, pequeño o grande, se creen dueños de las vidas o de las decisiones de
sus cooperadores. Están muy lejos de la realidad. Esas personas están
destinadas a quedarse solas, o con títeres que no son capaces de hacer valer su
autonomía. Por eso, Escudero, como decía Hermes, en cada grupo, viendo el
componente físico, se deduce el espiritual, inherente.
Si prevalece el respeto en la
dimensión física de la vida, el componente espiritual será respetuoso en su
benefactora influencia y guía. Porque, Escudero, el respeto es cuestión de
ambas dimensiones o planos de vida.
Hay que aprender a decir no,
Escudero, para liberarse de la influencia abusadora de gran número de personas,
que andan por la vida manipulando a quien, por ausencia de carácter o
personalidad definida, se vuelven títeres de líderes, grandes o minúsculos, y
aún de jefes de puestos de trabajo, clientes, o amigos. Hay que aprender, con
respeto, a darle el respetivo parado, diciéndole, con respeto, privadamente, lo
pertinente.
No, es una palabra mágica. Decir,
Escudero, a los miembros de un grupo del cual se ha decidido dejar de formar
parte: -“Amigos, a partir de hoy me será imposible seguir asistiendo”; acto seguido
expresa tu gratitud, pero sin dar explicaciones innecesarias. Tu decisión debe
ser respetada si es un grupo digno de pertenecer a él.
O, por ejemplo: -“Amigo, hoy me
será imposible asistir a tu fiesta”. Nada más. De acuerdo a la reacción de la
parte opuesta, te habrás dado cuenta si era, verdaderamente digna de haber
asistido a dicha reunión.
Si una persona ofreció ir a la
fiesta de un amigo, pero a última hora decidió no ir, aunque sea, simplemente,
porque no de dio la voluntad de hacerlo, esa decisión debe ser respetada, y el
que coacciona al amigo por su decisión, demuestra honrar muy poco la amistad.
Cuanta tela que cortar sobre este
tema, Escudero. Pero, cuánto tiempo falta aún para que el respeto a la dignidad
humana, y a la dignidad de los seres que conforman los otros reinos naturales,
sea la moneda de uso corriente entre fraternos seres.
Es bueno, Escudero, que los
miembros de los grupos, de la índole que sean, tengan presente esto, bien sea
para acercarse, o alejarse, de los mismos, o aplicar los correctivos que sean
pertinentes a tales casos.
El respeto, Escudero, es la clave.
Adelante.
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