LA
SABIDURÍA DE CLEÓBULO:
©GIUSEPPE
ISGRÓ C.
Hidalgo, -dice Escudero, me gustaría que comentaras, hoy, los siguientes aforismos de Cleóbulo El Líndico.
Escudero, -responde Hidalgo-, escucha con atención:
I.
Él,
como guía de vida, sugirió:
a)
-“Amar más el estudio que la
ignorancia”. Escudero, -dice Hidalgo-: Nadie puede alcanzar logros que
vayan más allá de hasta donde llegan sus conocimientos, experiencias y aptitudes.
Para desarrollar estas tres importantes vertientes, cada ser precisa dedicarse
al estudio constante de la vida, del universo y de las leyes, principios y
valores universales que rigen las interrelaciones inherentes. Es necesario
adquirir conciencia de lo que se ignora, en forma gradual, y esto es la misma
vida en encargarse de proporcionarlo, diariamente, cuando la afrontamos.
Constantemente nos antepone situaciones que nos obligan a la búsqueda del
conocimiento adecuado del qué, del cómo, del cuándo, del dónde, del quién, del
cuánto y del por qué. Además del razonamiento, por la lógica inductiva y
deductiva, se obtienen percepciones intuitivas e inspirativas, que aportan la
visión precisada, generando, paralelamente, la energía creadora para resolver
cualquier circunstancia de turno, ad infinitum. Para ampliar la visión, se hace
necesario aprovechar la experiencia de todos aquellos que nos han precedido en
el camino, y de las mentes maestras de todos los tiempos. Con el estudio
constante de la vida y obras de estos personajes, y del saber acumulado, en
todo tiempo pasado, que nos pertenece, expandiremos la visión existencial, y profesional, que nos
permite encontrarle el sentido a la vida, en cada fase o etapa, en el eterno
camino de retorno del ser individual al Ser Universal. Cuando se desarrolla el
hábito del estudio, el placer de aprender, constantemente, es tan grande, que a
cada instante se desea estudiar en el libro de la vida, y en todas las
ciencias, filosofías y artes, como disciplina espiritual y práctica de todas
las virtudes.
b)
–“Que la lengua sea bendiciente”:
Es preciso dominar, Escudero, el hábito de quejarse de todo y de todos, y
someter los pensamientos, los sentimientos, las palabras y los actos al dominio
del Espíritu bajo la égida de los valores universales, aceptando la realidad
tal como es, viendo más allá de las apariencias y descubriendo la oportunidad
oculta que nos presentan todas las situaciones de la vida diaria. Esto empieza
con la depuración de los pensamientos y los sentimientos, sintonizándolos con
la polaridad positiva de los valores universales, con lo cual se canaliza la
energía pertinente que vivifica, en su fluir, atrayendo, como un imán, lo
semejante a lo que se piensa, se siente, se imagina, se habla y se hace. Lo que
se expresa verbalmente, es precedido por los pensamientos y los sentimientos y
los estados de conciencias, en sus respectivas estaciones mentales. Hay que
empezar por elevarlos, estableciendo la conexión con la Divinidad, que los
purifica, haciendo vibrar el propio ser a frecuencias más elevadas, con lo cual
se comienzan a expresar las palabras mesuradas, llenas de prudencia, sabiduría
y discernimiento, haciéndose cargo del efecto probable que cada una de ellas
produce en el oyente,. Las palabras, al igual que los actos, activan la ley del
karma, y se es responsable de lo que se dice y de lo que se hace, si con ello
se producen perjuicios a otras personas, ya que una lengua maldiciente, puede
descalificar, perjudicando la reputación ajena. En cambio, con un verbo pulcro,
positivo, imbuido de palabras nobles y llenas de sabiduría, se armoniza,
estimula y produce un inmenso bien, cuya cosecha se revierte, en primer lugar,
hacia el emisor. Y lo contrario, también es cierto. Por eso, Sidhartha Gautama,
poco después de Cleóbulo, diría que, para erradicar la causa de la
insatisfacción personal, era preciso pronunciar rectas y nobles palabras. Se deben
pronunciar bendiciones, por los campos de fuerzas positivos que crean alrededor
de quien las pronuncia, abriendo canales de conexión con seres de análoga
condición espiritual, en la ecología mental. Es preciso potenciar las
bendiciones, con lo cual se antepone barreras positivas a la canalización de
fuerzas poco deseables, facilitando las benéficas. Centrar, sosegadamente, la
mente en la Divinidad, mediante el constante recuerdo de su nombre,
repitiéndolo hasta sentir la conexión y la canalización de fuerzas elevadas,
que aportan el pleno dominio de los pensamientos y sentimientos, el equilibrio
mental y espiritual y la armonía del ser.
c)
–“Ser familiares a las virtudes y
extraños del vicio”: Todos los sabios, a lo largo de la historia, y las
principales doctrinas de cada país y época, han señalado la importancia del
recto camino, es decir: Vivir de acuerdo con las leyes de la naturaleza y
regidos por los valores universales del amor, la prudencia, la justicia, la
fortaleza, la templanza y la belleza. Solamente enmarcando los pensamientos y
los sentimientos dentro de los parámetros de los valores universales, se puede
vivir una vida virtuosa, practicando todas las virtudes. La vergüenza, el
decoro, el pudor y el deber, como maestros de vida, inhiben a cada ser, de
transcender los límites de lo justo y perfecto, tanto por la acción como por la
omisión.
d)
–“Amar a la justicia”: En la
conciencia de cada ser existe impreso el libro de vida, con una hoja de
cálculo, donde se registran los pensamientos, los sentimientos, las palabras y
los actos. Los dos primeros, activan la ley de atracción, imantando a la propia
vida lo semejante a lo que se piensa y siente. Pero, las palabras y los actos,
activan a la ley del karma, y se es responsable de toda palabra y acciones
injustas, debiéndose compensar todo efecto nocivo inherente. Si hay que pagar
las consecuencias de las acciones injustas, a qué sirve incurrir en ellas? Una
cosa tan sencilla, hasta un niño la puede comprender, si se le explica. Queda
tanto camino por recorrer para hacer que las personas sean justas y virtuosas.
Se precisa, Escudero, educar a los niños en los valores universales,
compenetrándolos de la sabiduría que les es inherente, para que les sirva de guía
de vida, en los pensamientos, sentimientos, palabras y actos. La educación en
los valores del amor, la prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza y
la belleza, facilitará la práctica de todas las virtudes, con naturalidad y
desapego.
e)
–“Aconsejar a la Patria, lo mejor”:
Todo líder preparado con los valores universales, con una visión de estadista
elevada, como la tenía, por ejemplo, el mismo Cleóbulo, y los demás sabios de
Grecia, podrá percibir las metas a corto, mediano, largo y macro plazo,
convenientes a las comunidades cuyos
destinos rige, por determinado lapso. Es responsable del bien y del perjuicio
que con sus acciones produce. Del primero, cosechará gloria; del segundo, su
propia conciencia y sus contemporáneos, se encargarán de hacerle el reproche
que le hará entrar en razón, experimentando la vergüenza pertinente. Es nuestra
obligación contribuir a que la propia Patria sea mejor de cómo la hemos recibido.
Cuando en un nuevo ciclo de vida se vuelve a la propia Patria, o en cualquier
parte del Planeta Tierra, que es el hogar común, encontraremos lo que ahora
anhelamos. Por eso, si queremos un mundo mejor al que nos ha tocado vivir, es
nuestro deber contribuir a su desarrollo de acuerdo a las propias
posibilidades.
f)
-“Refrenar los apetitos”: Es preciso
ser dueño y señor de sí mismo, comenzando por el dominio de los pensamientos y
sentimientos. Si se ejerce el pleno control de los mismos, direccionándolos a
voluntad, se hará, también, con todos los actos de la propia vida. La
templanza, la moderación, el autodominio, la frugalidad, la austeridad y la
disciplina, permitirán mantener el pleno equilibrio en todo. Esto se refleja en
la propia dignidad. El sentido de la auto-estima conlleva el respeto propio y
ajeno, en la comunidad en que se vive. Por lo cual, lo primero que hay que
elevar es el sentimiento de la propia dignidad, cultivando los valores
esenciales, manteniéndose, siempre, dentro de los límites impuestos por la vergüenza.
Esto se traduce en una mejor salud física, mental y espiritual, y en el
ejercicio de una vida plena y virtuosa.
g)
–“No hacer cosa alguna por fuerza”:
Toda persona con elevado sentido de la propia dignidad, no desea obtener nada
que le sea entregado ejerciendo determinado grado de fuerza o persuasión, que
no sea el convencimiento natural de la otra parte. Prefiere, generalmente,
declinar a recibir lo que le es debido, si debe recurrir a las acciones que
trasciendan los límites de su auto-estima. Este mismo sentimiento, le impide
que acepte realizar actos de acciones indebidas, por la manipulación, forzadas
por amenazas veladas o abiertas. Se debe declinar la realización de cualquier
acto cuya aceptación no haya sido valuada por un proceso de toma efectiva de decisiones, y sobre todo cuando el mismo
esté reñido con el sentido de la justicia. Cada ser, en los cuatro reinos
naturales, está dotado del libre albedrío, por lo cual, al igual que se debe
respetar la libertad en la toma de decisiones de los demás, es necesario hacer
respetar la propia libertad de decisiones, declinando con amabilidad, pero con
firmeza, toda imposición impuesta por intereses de grupo, que no se ajuste a lo
justo, con lo cual se gana el respeto de las personas con quienes se interactúa,
pero, sobre todo, el propio.
h)
–“Instruir a los hijos”: La mejor
herencia es la educación, cosa clara, hoy en día, en la mayoría de los padres,
por eso tanto esmero de que se cursen carreras universitarias en las mejores
universidades del propio país y del mundo. Pero, la mejor educación de todas,
es la de los valores, que deben ser enseñados por el ejemplo, ya que nadie
puede dar lo que no tiene, ni pretender que los hijos sean virtuosos si a cada
paso se les dan ejemplos contrarios. Hay
que estimular a los hijos en la lectura de biografías de hombres y mujeres
ejemplares, que tanto modelan la vida. Ejemplos de este tipo de obra, son las
Vidas Paralelas, de Plutarco, la Odisea, de Homero y El Quijote y las Novelas
Ejemplares, de Cervantes, entre incontables otros.
i) –“Deshacer
las enemistades”: Una conducta virtuosa, en todo momento, se granjea la
amistad de todas las personas, pese a las excepciones temporales. Depende del
respeto que tengamos hacia los demás, de la cortesía y del trato justo: es
decir, ejerciendo la justicia en los pensamientos, los sentimientos, las
palabras y los actos; siendo leal, respetuoso y haciendo a otros lo mismo que
se quisiera recibir en idénticas situaciones, siempre dentro de la más estricta
justicia y parámetros de los valores inherentes. Una disculpa a tiempo, o a
posteriori; una compensación adecuada al perjuicio ocasionado, y sobre todo, no
inmiscuyéndose en las cosas de los demás, ni permitir que los demás lo hagan
con las propias, manteniendo cierta distancia, dentro de los parámetros de la
digna convivencia, ya que el exceso de familiaridad, o confianza, al final, se
traduce en enemistades gratuitas. Siempre es importante limar las asperezas, o
los resentimientos, si ello es posible, caso contrario, hay que despreocuparse,
y dejar que el tiempo, oportunamente, aporte la armonía y el orden inherentes.
Es preciso dejar de realizar tratos con personas belicosas, inseguras o con
ausencia de valores, ya que, al final, se traducirán en conflictos y en enemistades
inconvenientes. Hay personas, que si no la hacen al inicio, la harán antes de
terminar, porque esa característica forma parte de su naturaleza temporal. Con
tales personas, es menester mantenerse al margen y abstenerse de realizar
tratos de todo tipo e índole, única manera de asegurarse una paz mental.
j)–“A la mujer ni halagarla ni reñirla
delante de otros; porque lo primero indica demencia; y, lo segundo, furor”.
Esto, Escudero, se explica por sí mismo. Si alabas tu queso, querrán probarlo,
y si lo descalificas, posiblemente, incitarás, igualmente a degustarlo. La
reprobación en público refleja una ira exaltada fruto de la poca ascendencia
sobre la mujer, lo cual resulta inconveniente. Es mejor que sobre las cosas
inherentes a la propia intimidad nadie tenga inherencia más allá de lo prudente
para evitar sinsabores. Pero, en todo, debe imperar el respeto, la mesura y la
expresión de la propia dignidad, confianza, seguridad personal y el sentido de la propia importancia.
k)
–“Que no se ha de reñir al doméstico
cuando está embriagado, que si lo haces, parecerá más bien que lo insultas”:
No solamente, Escudero, al doméstico, sino a cualquier miembro de la familia,
si tuviere ese hábito poco edificante. Cuando vuelva a su sano juicio,
generalmente, la misma persona se disculpa, ya que, casi siempre conserva el
recuerdo del exceso verbal o de acciones indebidas en que haya incurrido. En
ese momento, según el caso, se aprovecha la oportunidad, con las maneras
adecuadas, de hacerle las sugerencias pertinentes, o las amonestaciones a que
hubiere lugar.
l) –“No
rías del que es perseguido con burlas y contumelias, porque se te hará enemigo”:
La vida es un mecanismo lleno de sabiduría, donde cada ser, en los cuatro
reinos naturales, tiene un objetivo fundamental, en cada fase de su existencia:
Transmutar estados de conciencia a niveles más elevados y transformar la
adversidad en oportunidades de crecimiento y triunfos, en tiempo oportuno. Esto
determina que la manga de la sartén suele cambiar de manos y quien, en un momento
dado se encontraba en situación de desventaja, puede, ahora, reubicarse en una
posición de ventaja, respecto a los que, poco antes, les adversaban, o
simplemente, le hostigaban, buscando perjudicarle. Tanto si de trata de un acto
de justicia como de injusticia, por parte de la persona afectada, siempre al
ser humano, y a cualquier otro ser de los cuatro reinos naturales, debe
tratársele con consideración. Es decir, hay que atacar al acto, con justicia,
pero, tratar con respeto a la persona, para elevar su dignidad. Si se logra
este, el sentimiento de la autoestima hará el resto. Esta actitud respetuosa
ejerce una influencia estimulante a la enmienda por parte de la persona
involucrada, ya que, al descender por el camino de la ausencia de virtudes, o
antivalores, la compasión, el sentido de la justicia, el trato humano, la
bondad y la consideración, como si fuese un ser humano de elevadas condiciones
morales, se le estimulará a ser como se le da a entender que es: un ser que no
es más que la expresión de la Divinidad, en una fase poco favorable de su
eterno camino de retorno. Pero, es una fase temporal, que la misma fuerza
divina que reside en ella, le moverá hacia adelante, y un día, superada dicha
etapa, aflorará lo que realmente es. Es importante mirarse en ese espejo, en el
cual, en los incontables millones de existencias pasadas, muchos de nosotros
hemos pasado por situaciones análogas, y seguramente, se volverán a tener
bajones que superar, nuevamente, a niveles más elevados de conciencia. Por lo
cual, con la misma vara con que se mide, se será medidos, y se probará la sopa
del propio chocolate, para aprender a qué sabe, y de esta manera, ser más
prudente la siguiente vez. Luego, el aforismo advierte en la posibilidad de
hacerse de enemigos gratuitos, por la descortesía tenida con alguien que, pese
a su condición, no ha realizado ningún perjuicio a los espectadores. Viendo más
allá de las apariencias, ese ser humano, en condiciones tan desventajosas, no
es más que uno de los rostros de la Divinidad que advierte a la comunidad de
las miserias existentes en la sociedad, por ausencia de actos de justicia, de
solidaridad y de amor, cuando se manifiestan cuadros de esa naturaleza.
Significa que los líderes de turno y los que tienen la función de gobernar, a
nivel local, nacional o mundial, no están cumpliendo, debidamente, su rol de
contribuir a las condiciones de vida idóneas en sus respectivas localidades. En
todo, y en estos casos también, se trata del respeto humano, del amor y de la
compasión, y la actitud reflejada, en estas situaciones, indican lo que cada
quien es, que puede ser peor el que se burla y hostiga, que el afectado.
m)
–“En tus prosperidades no te
ensoberbezcas, ni en las adversidades te abatas de ánimo”: El largo camino
de la vida tiene altos y bajos, y lo que importa es el promedio, o el resultado
final, por el que cada quien será valuado. Todo éxito en un momento dado no
deja de ser temporal y el logro obtenido, un adelanto que deberá ser utilizado
con prudencia, acto seguido, cuando se le requiera. Si la persona se envanece,
dejará de ver su siguiente meta y se puede extraviar, tomando sendas diversas a
las convenientes. Por lo cual, el desapego del logro, permitirá conservar la
prudencia, preparándose para la siguiente fase, oportunamente, sin pérdida de
tiempo, ya que la vida, tiene preparada la nueva misión que habrá de afrontar.
La persona prudente, conserva un estado anímico estable tanto en la prosperidad
como en la adversidad, ya que para ella, su estado mental es de prosperidad en
toda situación. Unas, las ventajosas, les presentan la oportunidad de optimizar
sus recursos: aptitudes, experiencias, capital integral, y cualquier otro del
cual disponga. Otras, las adversas, le demuestran que su poder es el mismo en
toda circunstancia, y le permiten transmutar en ventajosas toda situación poco
favorable, que no es más que la máscara que, bajo la modalidad de problemas por
resolver, esconden la oportunidad de aportar bienes o servicios, y forjar caudales
de riqueza y crecimiento personal. En ambas situaciones, se cumplen funciones
de servicio con la comunidad, con la Divinidad, y consigo mismo, como una
asunción de responsabilidad cósmica, o como suele decirse, en el argot
gerencial moderno, de responsabilidad social. El camino de la vida es un eterno
retorno del ser individual al Ser Universal, por lo cual, pararse en un tramo
del mismo para vanagloriarse de un éxito relativo, y temporal, implicaría estancarse,
quedándose rezagado de otros que le adelantarán. La vida sigue adelante sin
pararse.
n)
–“Aprende a sufrir y a soportar con
fortaleza los reveses de la fortuna”: Las personas que han alcanzado
grandes éxitos, lo han hecho después de cierto número de acciones infructuosas, que le demostraban
que no era ese el camino por el que debía andar. Una puerta cerrada indica que
se está abriendo otra, en algún lugar, que es la correcta; es preciso buscarla,
verla y entrar por ella, empezando esa nueva senda. El desapego de los
resultados permite seguir adelante con la atención puesta el triunfo final, sin
importar el número de veces que se actúa en la búsqueda del resultado. Es
preciso que la persona establezca una curva de resultados, del lapso factible
dentro del cual es posible, estadísticamente hablando, la obtención del logro
apetecido. Después de lo cual, mientras más tiempo transcurra, más cerca se
estará de los resultados. Lo importante es no abandonar a mitad de camino, ya
que, cuando las situaciones se ponen menos fáciles, es cuando más cerca se
encuentra, cada quien, de transmutar las situaciones de desventaja en
ventajosas, mudando la noche en día y surgiendo las coincidencias que aportan lo
que se anhela. Oportunamente, el poder potencialmente infinito del cual se
dispone, permite superar cualquier fase existencial, en el tiempo perfecto de
Dios. Toda situación que se afronta en la vida es una oportunidad de
aprendizaje y crecimiento personal, además de potenciar la expresión de la
fortaleza, la templanza, la prudencia, el sentido de la justicia, la belleza y el
equilibrio. La serenidad, la calma imperturbable, la impasibilidad, la
confianza plena y el entusiasmo, afloran en la faz el ser que está consciente
de que su estado de ánimo debe permanecer inalterable en los altos y bajos de
la vida, centrando su atención en la Divinidad, deleitándose en su
contemplación, ya que ella es la Dadora de todo, y lo que envía, en un momento
dado, por la ley cósmica, es lo que conviene, en esa fase de desarrollo
espiritual y humano.
o)
–“Hay que reverenciar al Padre”:
El padre, y la madre, son los seres por los cuales hemos accedido a la fase
física de la existencia. Ello forma parte de un plan de vida elaborado
previamente, a nivel de pre reencarnación, por factores kármicos, o de
afinidad, por querer realizar objetivos comunes. Pese a que los padres cumplen
un rol, siguiendo, posteriormente, los hijos, sus propios caminos, sin apego,
el respeto, el amor, la consideración, el apoyo que se les de, es una
retribución insignificante por todo lo que ellos realizan por cada uno de sus
hijos, que no podría enumerarse, en un momento dado. Aún cuando no exista una
gran afinidad, por las circunstancias kármicas de vidas anteriores, el respeto,
la consideración, el afecto y el amor, deben expresarse, generosamente, ya que
se siembra, ahora, lo que se cosechará en el futuro, como aprendizaje de vida.
Esto siempre se ha venido repitiendo y los antiguos percibieron, en ello, una
profunda sabiduría. En los casos en que los padres y los hijos sean viejos
amigos, o afines de incontables número de vidas anteriores, esa reverencia y afecto
recíprocos se expresan mutuamente, en forma espontánea, sin esfuerzo alguno. Es
que el amor que impera entre los seres, por la afinidad, por la amistad y por
el sentimiento de justicia que rige el Espíritu de conciencia elevada, aflora
con naturalidad. Aún en los seres de menor progreso espiritual, la afinidad
permite que emerjan sentimientos de reverencia hacia los padres,
espontáneamente. Empero, en todos los casos, los afines se juntan entre sí. Es
preciso, como un acto de justicia, rendir tributo afectivo a los seres que
tanto han dado por nosotros, como son los propios padres.
p)
–“O, instruido en muchas cosas, o, en
ninguna”: La misión cósmica de cada ser, en los cuatro reinos naturales, es
la percepción total de la sabiduría de los atributos divinos y/o valores
universales, bajo cuyos parámetros regir las acciones de aprendizaje, ejercicio
y magisterio de la verdad universal y de la práctica de todas las virtudes, en
el eterno camino de retorno del ser individual al Ser Universal. Esto significa,
que, es imperativo aprender, adquiriendo la experiencia integral, en todas las
vertientes y variantes, sin límites de ninguna índole, como un mandato de la
Divinidad. Es una misión eterna e infinita. Por supuesto, jamás se logrará
alcanzar un límite, por cuanto siempre se encontrará un más allá en progreso y
elevación de estados de conciencia. La especialización necesaria, temporalmente
hablando, no deja de ser limitante en el desarrollo de la propia visión. La
persona exitosa integralmente, se forma, a nivel profesional, conociendo lo más
posible todas las áreas inherentes a su campo de acción. Al mismo tiempo,
precisa formarse una visión global de la vida, de sus valores universales, de
sus leyes y principios, de las ramas de culturas inherentes a todo tiempo y
país, para formarse una visión amplia,
como bagaje humano, que permita encontrarle el sentido a la vida. Es
preciso vivir una vida con propósitos esenciales acordes con las leyes cósmicas
impresas en la conciencia. Los líderes, para serlo, desarrollan la visión capaz
de orientar a sus cooperadores. Estudian a fondo todas las áreas del saber, de
todas las épocas, para percibir las lecciones del pasado, comprender el
presente y proyectar el futuro. El campo es extenso: La historia, la economía,
los clásicos, la gerencia, la psicología, la filosofía, la axiología, o ciencia
de los valores, el markenting, las ciencias, las tecnologías inherentes a su
propio campo y otros interrelacionados, las biografías de los grandes hombres y
mujeres, el Derecho, y las legislaciones vigentes, en cada país. Hay que
conocerlo todo, gradualmente, única manera de que la propia opinión pueda ser
tomada en cuenta en situaciones trascendentales.
q)
–“Sobreponte al placer”: Tanto el
placer como el dolor, son maestros de la vida, y generalmente, van juntos. El
placer permite realizar actividades que lo produzcan, evitando el segundo.
Pero, el exceso de placer, en determinado grado, produce su opuesto, el dolor,
que a su vez, permite descubrir las causas que lo generan, y a evitarlas. Todo
obedece a la ley de causa y efecto. Si hay un efecto doloroso, es porque existe
una causa que lo produce. De nada sirve paliar el dolor, si la causa persiste.
Quitándola, el efecto desaparece por sí solo. El placer y el dolor, el dulce y
el amargo, el bien y el mal, la noche y el día, la luz y la oscuridad, el amor
y el odio, el éxito y la ausencia del mismo, entre tantos otros, son
instrumentos de la ley cósmica que permiten el aprendizaje y la obtención de la
experiencia, el conocimiento y el desarrollo de las propias aptitudes, es
decir, la capacidad perceptiva, comprensiva y realizadora de la verdad y de la
virtud. La fortaleza, la templanza, la prudencia, la belleza, la justicia y la
armonía, permiten mantener el perfecto equilibrio en todo, dominando la ley de
polaridad, imperando el justo medio en todo, pese a los vaivenes del movimiento
pendular, que es preciso trascender, sin pararse en ninguna de sus fases,
fluyendo en un llenarse y vaciarse, como aprendizaje fundamental, ejerciendo la
práctica de las virtudes, y el magisterio de la verdad, enseñando con el
ejemplo.
r)
–“Da gracias a la suerte”: Detrás
del término suerte, se esconde un mundo de causalidades, que determinan el
éxito final en toda acción humana. Es que, cada quien forma parte de un
propósito común y universal, todos cooperamos. La ley de la vida es el triunfo,
aunque requiera su recto esfuerzo alcanzarlo, en preparación, estudios,
experimentación, para adquirir
experiencia, desarrollando aptitudes, percibiendo los puntos menos fuertes
para transmutarlos en fortalezas, y anteponiéndose objetivos, con cuyo logro se
da un aporte al entrono en que se vive. Ese objetivo de aportar bienes y
servicios, se corresponde con la ley de oferta y demanda cósmicas, en todos los
ámbitos existenciales. Es decir, el entorno universal está interesado en el
propio éxito de cada quien, ya que su aporte llena una necesidad, y es
precisado por alguien. De manera que, cuando, finalmente, el propio servicio o
bien, es requerido por alguien, adquiriéndolo, implicando un éxito, que
pareciera un factor de suerte, en la misma se expresaron un conjunto de
causalidades que la produjeron. Aún así, es preciso mostrar gratitud, y
expresarla, ya que, en el intervalo se recibió la ayuda de un incontable número
de seres que hicieron factible dicha manifestación de éxito. La gratitud es un
imán que atrae a la propia existencia un mayor número de cosas análogas por las
cuales se efectúa. Hay que expresar, también, las gracias anticipadas por la
suerte, y/o el éxito que se espera obtener en la realización de objetivos en
curso, o por situaciones en espera de solución. Detrás de todo éxito existe una
mentalidad decidida a lograrlo , con una visión clara del qué, del cómo, del
cuándo, del dónde, del quien, del cuánto y del por qué. La constancia, la
tenacidad, la confianza y el entusiasmo hacen el resto.
s)
–“Considérate en paz con el amigo de
tu pueblo”. (Parafraseado). También, enemigo de quienes los son de la
propia Patria, tanto foráneos como internos. De de ambas clases podrían
existir, en un momento dado. Esto lo plantearon tanto Cleóbulo como Solón, en
su época, expresando que nadie debía permanecer con indiferencia ante la
invasión de enemigos de la Patria.
También lo hizo Simón Bolívar, en la época de la contienda por la
Independencia Latinoamericana, ya que mucha gente no sabía a que bando
pertenecía, por ser, realmente, una guerra civil entre fraternos seres, en
esencia. Bolívar se inspiró en Solón, cuya lectura de su vida realizó en
temprana edad en las Vidas Paralelas de Plutarco. Esta es una obra que toda
persona debería leer por la inmensa sabiduría que contiene, y por ser la que
más ha contribuido a forjar líderes y estadistas, en el mundo occidental, a
partir del siglo II de nuestra era. En épocas como la nuestra en que tantas
personas, en un momento dado emigran, buscando ambientes mejores, muchas veces
lo que buscan afuera, lo podrían encontrar en el patrio suelo. Empero, los hilos
del mundo y la retorta del mismo, son dirigidos por la ley de causa y efecto, y
las cosas suelen ocurrir de la única manera en que deben hacerlo. Pero, las
situaciones imperantes, permiten aflorar los líderes situacionales pertinentes,
en tiempo oportuno, transmutando las situaciones en ventajosas, para gloria de
unos y oprobio de otros menos dignos, pero, en beneficio del equilibrio de los
pueblos involucrados. Aún en esto, existe la causalidad como maestra de vida
que rige todo, donde cada quien cosecha lo mismo que siembra y es medido con la
misma vara con que, previamente, midiera.