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viernes, 10 de noviembre de 2017

ESCUDERO, DIJO HIDALGO, EL RESPETO ES LA CLAVE


ESCUDERO, DIJO HIDALGO,
EL RESPETO ES LA CLAVE

©GIUSEPPE ISGRÓ C.

Escudero, -dijo Hidalgo-, la clave es el respeto. Quien irrespeta a otros, especialmente si lo hace en público, es porque, realmente, no se respeta a sí mismo.
Los Hijos de la Luz son personas libres y de buenas costumbres. Ser libre significa tener autonomía para decidir si desea hacer algo o no hacerlo y a los demás debe bastar la comunicación de lo que se ha determinado hacer sin necesidad de dar explicaciones. Los demás deben respetar lo que cada quien determine realizar. Es decir, se debe respetar el libre albedrío con que el Supremo Hacedor dotó a cada quien de tomar sus propias decisiones. Por esa razón, es importante aprender a decir No para liberarse de compromisos innecesarios que consumen tiempo solo porque a otros se le ocurrió que podría disponer libremente del tiempo ajeno. Eso va, también, con los clientes que quieren disfrutar de un servicio, pero, se rehúsan a pagar el precio del mismo.
No hay que justificarse, explicando la razón de porqué se ha tomado determinadas decisiones; simplemente, hay que comunicar, por ejemplo:      -”Apreciado amigo, hoy me será imposible asistir a esa reunión”. Si el amigo, es un verdadero amigo, debe aceptar dicha decisión con respeto. Si reacciona de una manera irrespetuosa, o poco digna, sobre todo si lo hace en público, esa persona desmerece del vínculo de la amistad, y realmente, no la está honrando.
Por eso, Escudero, los prudentes, siempre han afirmado: -“Elogia en público, reprende en privado”.
Si en un grupo del que se forma parte, de trabajo, residencial o social, el líder del mismo, en cada reunión habla mal de alguien, sin estar presente la persona en cuestión, aléjate de dicho grupo, porque, de seguro, también lo está haciendo de ti, en tu ausencia. Ese tipo de líder, Escudero, es denigrante y poco digno de serlo. Es preciso alejarse de tales grupos, donde, en nombre de la fraternidad, o de la amistad, se habla mal del amigo, en su ausencia, pero, en su presencia, se le rinde, hipócritamente, pleitesía.
El mundo, Escudero, presenta muchos de estos cuadros; pero no hay que generalizar. No todas las personas son así y hay que saber discernir, bien, para acercarse a los grupos donde impera el aprecio, el respeto, la amistad y el sentido de la justicia.
El líder, Escudero, debe ser un factor estimulante del grupo no el destructor del prestigio ajeno; ese no es un líder. El líder, Escudero, tampoco es un manipulador, que obliga a realizar tareas que el seguidor no desea hacer, imponiendo sanciones por decidir diversamente.
Las personas son seres pensantes y deben decidir libremente lo que desean realizar, sin coacción ajena, y hay que respetar dichas decisiones. Cada quien cosecha el bien, o lo contrario, de lo que decide, pero, es su privilegio elegir. Aún en las familias se incurre en el error de que los padres critiquen a los hijos, generalmente, en público, o con los amigos, o que, éstos lo hagan con sus progenitores, porque no le dieron lo que ellos imaginaban que debían darle, pero que, eran pretensiones infundadas, generalmente. Y los unos se critican a los otros y el respeto a la dignidad humana aún se tardará muchos milenios en cultivarse en adecuado grado. Cuando ello ocurra, tendremos una humanidad justa y perfecta.
Aún así, Escudero, cada quien es utilizado, por el Orden Cósmico, donde le corresponde servir, o beber la sopa del propio chocolate, ya que, cada quien cosecha lo mismo que siembra.
Escudero, en ausencia del amigo, hay que hablar bien de él, o callar. Es preciso elogiar en público y no reprender, ejerciendo presiones manipuladoras que, a todas luces, son irrespetuosas del vínculo de la amistad, y cuanto más, de la fraternidad.
Es el caso, Escudero, que dichos líderes se creen la última gota de agua en el desierto, o tenerla, y la dispensan pretendiendo someter a los demás a sus caprichos. Ese tipo de líder recibirá lo mismo que proporciona a otros, casi siempre de donde menos lo espera, pero de una manera efectiva. Pero, aun así, Escudero, tardará largo tiempo en aprender la lección, por cuanto este tipo de personas se creen dueños de la verdad, tal como lo sostenía Sócrates. Y a pesar de que el filósofo ateniense dedicó toda su vida espoleando a sus contemporáneos, como un tábano, 2.400 años después, cuánto se ha avanzado?
El respeto es la clave, Escudero; la persona con auto-estima elevada se respeta y respeta a los demás. Decía Benjamín Franklin: -“Hablaré solamente todo lo bueno que sepa de los demás, o callaré”.
Cuántos, en nombre de la amistad, o de su pseudo-liderazgo, se permiten descalificar a los demás, o hablar de sus defectos, públicamente, en ausencia del amigo. Hay que alejarse de tales personas como de la peste, por cuanto son nocivas. O, algo mejor, Escudero, hay que llamarle la atención en el mismo instante en que incurren en tales actos abominables, diciéndole, a la persona en cuestión: -“En ausencia de fulano de tal, en mi presencia, usted no me habla mal de él, ni de nadie; si tiene algo que decirme de él, o de alguien, vamos a llamarle y me lo dice en su presencia”.
Hay personas que, por liderar un grupo, pequeño o grande, se creen dueños de las vidas o de las decisiones de sus cooperadores. Están muy lejos de la realidad. Esas personas están destinadas a quedarse solas, o con títeres que no son capaces de hacer valer su autonomía. Por eso, Escudero, como decía Hermes, en cada grupo, viendo el componente físico, se deduce el espiritual, inherente.
Si prevalece el respeto en la dimensión física de la vida, el componente espiritual será respetuoso en su benefactora influencia y guía. Porque, Escudero, el respeto es cuestión de ambas dimensiones o planos de vida.
Hay que aprender a decir no, Escudero, para liberarse de la influencia abusadora de gran número de personas, que andan por la vida manipulando a quien, por ausencia de carácter o personalidad definida, se vuelven títeres de líderes, grandes o minúsculos, y aún de jefes de puestos de trabajo, clientes, o amigos. Hay que aprender, con respeto, a darle el respetivo parado, diciéndole, con respeto, privadamente, lo pertinente.
No, es una palabra mágica. Decir, Escudero, a los miembros de un grupo del cual se ha decidido dejar de formar parte: -“Amigos, a partir de hoy me será imposible seguir asistiendo”; acto seguido expresa tu gratitud, pero sin dar explicaciones innecesarias. Tu decisión debe ser respetada si es un grupo digno de pertenecer a él.
O, por ejemplo: -“Amigo, hoy me será imposible asistir a tu fiesta”. Nada más. De acuerdo a la reacción de la parte opuesta, te habrás dado cuenta si era, verdaderamente digna de haber asistido a dicha reunión.
Si una persona ofreció ir a la fiesta de un amigo, pero a última hora decidió no ir, aunque sea, simplemente, porque no de dio la voluntad de hacerlo, esa decisión debe ser respetada, y el que coacciona al amigo por su decisión, demuestra honrar muy poco la amistad.
Cuanta tela que cortar sobre este tema, Escudero. Pero, cuánto tiempo falta aún para que el respeto a la dignidad humana, y a la dignidad de los seres que conforman los otros reinos naturales, sea la moneda de uso corriente entre fraternos seres.
Es bueno, Escudero, que los miembros de los grupos, de la índole que sean, tengan presente esto, bien sea para acercarse, o alejarse, de los mismos, o aplicar los correctivos que sean pertinentes a tales casos.
El respeto, Escudero, es la clave.

Adelante.

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